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| 84 monográfico EL HECHO DE QUE UNA MUJER TENGA SEQUEDAD VAGINAL PUEDE SUPONER QUE APAREZCA DOLOR EN LAS RELACIONES SEXUALES de que una mujer tenga sequedad vaginal puede suponer que aparezca dolor en las relaciones sexuales, y que eso pueda derivar incluso en una dispareunia, en dolor recurrente, y que al final la mujer prefiera no tener relaciones sexuales con su pareja por este motivo, llegando incluso a provocar un vaginismo, la imposibilidad de mantener relaciones sexuales con penetración. Otros síntomas que pueden aparecer son la sensación de quema- zón, irritación o picor en la zona genital, ardor al orinar, sangrado leve o presencia de excoriaciones o cortaduras en la parte de debajo de la vagina que son secundarias al roce tras mantener re- laciones sexuales. Estos síntomas son similares a los de infecciones como las cistitis. El problema es que algunas mujeres confunden ambas y tratan la sequedad como si fuese una infección de orina, lo cual agravaría el problema al destruir la flora vaginal normal. Suelo pélvico La incontinencia, la pérdida de tensión vaginal o la debilidad pél- vica son problemas de salud comunes que ya se pueden controlar y superar. Los músculos pélvicos son imprescindibles para contro- lar la vejiga y el intestino, disfrutar de un embarazo saludable y preservar la fortaleza vaginal, por lo que cuidarlos es primordial. Las disfunciones pélvicas afectan a una de cada tres mujeres en España, y suponen una afectación muy severa en la calidad de vida de estas pacientes. Las disfunciones pélvicas se dividen en incontinencia urinaria (pérdidas de orina involuntarias), prolapso genital (descenso de los órganos pélvicos a través de la vagina por un debilitamiento de la musculatura pélvica) y algunos problemas en la esfera sexual (tanto físicos como psicológicos). Por un lado se ve afectada la esfera física, ya que estas pacientes suelen limitar su actividad, y disminuyen la práctica de ejercicio físico, e incluso la frecuencia de las relaciones sexuales por miedo a la incontinencia o por miedo a las molestias del prolapso ge- nital, pero lo peor es que también afecta a la esfera psicológica, ya que muchas pacientes traducen estos padecimientos en baja autoestima, miedo al rechazo e incluso depresión. La misma exigencia social demandada ha provocado la búsque- da de soluciones definitivas a los síntomas y a la patología del suelo pélvico. Sin embargo, ante la falta de información y de conocimiento, y llevadas por influencias culturales erróneas, en muchos casos las pacientes asumen las disfunciones pélvicas como normales, como si esta situación fuera lo habitual a partir de cierta edad, de modo que ni siquiera suelen consultar su pro- blema y se adaptan al aumento del número de micciones y a las aparatosas compresas antiincontinencia que con tan mal acierto se publicitan en los medios de comunicación, ya que refuerzan la sensación de normalidad. Para el cuidado, prevención y tratamiento de las patologías del suelo pélvico existen varias recomendaciones, pero la primera, y la que resulta fundamental es ejercitar el suelo pélvico, siendo quizás los más conocidos los ejercicios de Kegel (contracción y relajación voluntaria y sistemática del músculo pubococcígeo). El aumento del tono y de la masa muscular favorece un mejor soporte para las estructuras pélvicas, y ayuda a mantener una posición y una movilidad uretral adecuadas. Por otro lado, una correcta contrac- ción de los músculos elevadores del ano posibilita un aumento de la presión intrauretral, lo que dificulta la pérdida involuntaria de orina en situaciones de estrés máximo. El objetivo de estos ejercicios, por lo tanto, es mejorar el tono de reposo muscular y favorecer una respuesta contráctil rápida y coordinada frente a esfuerzos intensos. Hoy en día existen en la farmacia una amplia variedad de ejercitadores, forta- lecedores, esferas de silicona, etc., para ayudar a las pacientes en las rutinas de ejercicio. El consejo farmacéutico también resulta fundamental en este amplio campo. +

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