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disponen de 110 metros cuadrados y lo han impregnado de otra filosofía. Ahora, hay una experiencia visual, hay monopuestos de atención y el cliente ve y accede fácilmente al producto. El robot es Rowa. Se muestran satisfechas con él: “ Es una inversión que merece la pena, por la facilidad de acceso a los productos y por poder almacenar a tres metros de altura ”. En principio, pensaron en uno de dos brazos, pero el equipo de Rowa les asesoró para que pusieran uno con la preinstalación del segundo brazo. Les en- trega el poder estar un pocomás de tiempo con los clientes. Para García Orejas, el robot es “ la culminación ” de su pro- fesión, junto al hecho de tener una clientela “ súper fiel ”. Los plazos se cum- plieron Por su parte, Pinilla que- ría hacer un cambio en la farmacia. Cuestionadas por la reforma (hecha con Concep·); relatan que“ el proceso fue una locura, pero unamaravilla” y que “los plazos se cumplieron a rajatabla, en 20 días ”. La farmacia sólo cerró 15 días. Estuvieron trabajando a la vez las empresas del robot, de la obra civil y Concep·.“ Nosotros asegura- mos que no podíamos cerrar 20 días. Concep · nos mudó las cajoneras al otro local para poder abrir. Estuvimos una semana entera en 30 metros cuadrados. Fue divertido, pero agotador ”, narran. De izq. a dcha. Blanca Piñeiro, Matilde García y Sandra Pinilla L a titular de la Farmacia SantaMónica, en el centro comercial SantaMónica, Matilde García Orejas , especialista en ortopedia, lleva trabajando en Rivas-Vaciamadrid (Madrid) 34 años. Es la primera farmacéutica de su familia. Empezó con una pequeña farmacia en el casco an- tiguo del municipio, cuando vivían allí 700 habitantes. Después, se trasladó a la zona de Covibar, en la misma localidad. Se cambió al centro comercial SantaMónica hace 15 años. Sandra Pinilla , su hija, es también farmacéuti- ca, especialista en nutri- ción y dietética, y trabaja con ella en la farmacia. Otra hija menor, Blanca Piñeiro , está estudiando Farmacia y colabora con ellas. En el equipo, hay diez personas más. Es un personal muy cuali- ficado y formado, que se involucra a fondo en los problemas de los pacientes. Conversamos con García Orejas y con Pinilla sobre su farmacia, que la reformaron hace menos de un año, y sobre la profesión farmacéutica. Antes, la farma- cia tenía 83 metros cuadrados y su diseño se caracterizaba por el mueble corrido. “ La filosofía no era la de que el cliente cogiera el producto, de que éste estuviera expuesto. Todo era recomendación del farmacéutico y se primaba la rebotica ”, cuentan. Se quedó vacío el local de al lado y la “ ilusión ” de Gar- cía Orejas era instalar un robot. Así que se quedaron con el local libre y, tras la reforma, “LO QUE HAY QUE HACER ES REINVENTARSE Y ESTAR PENDIENTE DE CUANDO EN UN MOMENTO ALGO DEJA DE FUNCIONAR Y CAMBIAR”
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