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159 docrinas en cáncer de mama. Ni, por supuesto, la mejora en muchos tratamientos de soporte que permiten una mejor tolerabilidad del tratamiento, redundando en un aumento de la calidad de vida de los pacientes. En canto a los retos de la especialidad en España, afirma que “existe una necesidad de mejorar la agilidad de la llegada de la innovación terapéutica”a los pacientes mediante procesos de aprobación y financiación de fármacos que permitan un acceso más precoz y equitativo, sin desigualdades territoriales y con sistemas de priorización que hagan que aquella innovación que tiene un mayor impacto en términos de salud, bien sea por sus resultados o bien porque cubren una necesidad previamente no abordada, puedan llegar de una manera más rápida. Por otro lado,“es necesario continuar mejorando en aspectos relacionados con la investigación”, tanto los recursos dirigidos a la investigación traslacional como la posibilidad de realizar investigación clínica independiente. Destaca que España es un país líder en ensayos clínicos financiados por la industria farmacéutica, pero que “existe un reto por mejorar que tiene que ver con la realización de proyectos independientes que respondan a preguntas de práctica clínica que no son abordadas por las grandes compañías farmacéuticas”. Vaticina que, “probablemente en 2025, se produzca un incremento discreto pero significativo de la incidencia de cáncer en España”, relacionado con aspectos muy variados, como puede ser el envejecimiento poblacional, aunque también con los estilos de vida occidentales y ligados al consumo de tabaco y alcohol, la dieta inadecuada, el sedentarismo o la obesidad, entre otros.“Sin embargo, muy probablemente asistamos del mismo modo a un continuo aumento en la supervivencia en la mayor parte de los tipos de tumores y a una reducción de la mortalidad. Aunque esto probablemente sea desigual dependiendo del tumor que consideremos”, analiza. Advierte de que “un aspecto especialmente preocupante es el aumento de la incidencia de la mortalidad por cáncer de pulmón en mujeres, ligado a un menor abandono del hábito tabáquico en comparación con los varones y que probablemente va a constituir en los próximos años un problema de salud de primera magnitud”. Detección precoz En lo que se refiere a los cribados y la detección precoz en el cáncer de mama, son muy elevados y el reto por delante, en palabras de Rodríguez, es “la implantación en la mayor parte de las CC. AA. de rangos de edades más amplios para la realización de las mamografías”. Las recomendaciones de la UE establecen que se debe ampliar la edad de cribado de cáncer de mama por debajo de los 45 años y por encima de los 74. Algunas CC. AA. ya han implementado estos rangos de edad y otras lo están haciendo progresivamente y, por ende, “el reto consiste en aumentar la adherencia de poblaciones en las que hasta ahora no se realizaba cribado porque estaban excluidas de los rangos de edad a los mismos niveles que la población que lo estaba realizando hasta ahora entre los 50 y los 69 años”. En cáncer colorrectal, la adherencia aún es escasa en algunos territorios y se debe implementar medidas que favorezcan el acceso de los pacientes a los programas de detección precoz, favoreciendo el acceso a los kits para la realización de la prueba, haciéndoselos llegar directamente a los pacientes o favoreciendo su entrega en lugares que no tengan que ser necesariamente los centros de salud, en ocasiones alejados del domicilio de los ciudadanos. Considera que“favorecer el acceso a las pruebas de cribado puede ser una medida de éxito para aumentar la adherencia”. Eso sí, “existe todavía el reto de implementar programas de cribado más innovadores, como puede ser el de cáncer de pulmón en población de riesgo, que todavía se encuentra en fase de programas piloto”. En los próximos años,“tendrá un mayor desarrollo para permitir un diagnóstico precoz, ya que es un tumor que tiene muy mal pronóstico en la mayor parte de los casos y, con el diagnóstico temprano, podrían mejorar de una manera muy significativa las tasas de supervivencia”. Respecto al papel que están jugando las terapias dirigidas y la inmunoterapia, subraya que ya forman parte de los protocolos de tratamiento de numerosos tumores en la práctica totalidad de los escenarios terapéuticos. El reto viene de la mano de la identificación de biomarcadores que posibiliten optimizar este tipo de tratamientos para que sólo los reciban aquellos pacientes que verdaderamente se benefician, evitando toxicidades innecesarias, mejorando la eficacia y contribuyendo a la sostenibilidad del sistema sanitario. Personalización La implementación de los planes de Medicina de Precisión en la mayor parte de las CC. AA. es una realidad, aunque “se está haciendo de manera desigual y el nivel de desarrollo de estos no es completo”. Es necesario favorecer los sistemas que permitan identificar dianas terapéuticas mediante secuenciación y comités moleculares de tumores que posteriormente integren esta información y ofrezcan a los pacientes el mejor tratamiento posible. Otro reto que cita es que haya un acceso equitativo e igual por parte de todos los ciudadanos a los planes de Medicina de Precisión. Con todo, desea un 2025 con más recursos para el tratamiento de los pacientes, de agilidad en el acceso a la innovación terapéutica y de unas mejores condiciones laborales, tanto en recursos humanos como en la fidelización de contratos de calidad para todos los profesionales de la oncología médica. FACTORES DE RIESGO MODIFICABLES Desde SEOM se está realizando una labor divulgativa para dar a conocer aquellos factores de riesgo modificables que aumentan la incidencia de cáncer y que se sabe que podrían reducir hasta en un 30 % la mortalidad si se consiguieran abordar de una manera adecuada. “Dieta, obesidad, sedentarismo, tabaquismo, consumo de alcohol y exposición a carcinógenos ambientales deben estar en el foco de la divulgación que debe realizarse desde etapas muy precoces, incluso en la escuela, en centros de trabajo y de manera general a toda la sociedad”, propone Rodríguez. Consideran que su foco no sólo debe ser el diagnóstico y tratamiento de los pacientes, sino también ser un referente en el conocimiento de los factores prevenibles de cáncer. Además, están promoviendo el ejercicio físico antes, durante y después del cáncer. “La realización de ejercicio físico en la población sana puede reducir el riesgo de padecer hasta un 30 % de algunos tipos de tumor. Asimismo, durante el diagnóstico y el tratamiento de un cáncer, en muchos casos, puede mejorar la calidad de vida de los pacientes, y también el pronóstico. En algunos tipos de tumores, los programas de ejercicio físico tras el diagnóstico y la curación pueden reducir las tasas de recaída”, explica.

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