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45 está de acuerdo con que hay muchos tipos de dietas y estilos de vida. “Eso sí, siendo español me tengo que inclinar por la dieta mediterránea”, manifiesta. Para él, comer bien es hacerlo “de forma equilibrada, con los nutrientes necesarios para lograr un estado de salud bueno y un peso óptimo para cada persona”. En su opinión, una dieta personalizada debe ser equilibrada en cuanto a hidratos de carbono, lípidos y proteínas según las necesidades de cada persona. No es partidario de las dietas milagrosas, “salvo en casos excepcionales y por necesidad sanitaria”. Collado comenta que, entre 35 dietas examinadas por un panel de expertos en salud, la dieta mediterránea obtuvo un 4,2 sobre 5 en el U.S. News 2020 Best Diets Rankings, clasificándose como la mejor dieta general,“gracias a los efectos positivos para la salud, que incluyen la pérdida de peso, la acción protectora contra la diabetes y enfermedades del corazón, entre otros”. La clave de nuestra dieta mediterránea es“la variedad y las proporciones entre los diversos macronutrientes, sin olvidar los micronutrientes y, como dicen en @futurlife, ‘que nuestros platos tengan muchos colores’, y por supuesto el extraordinario AOVE [aceite de oliva virgen extra], imprescindible para una dieta mediterránea en toda regla”. No puede hablar de dieta personalizada sin mencionar la importancia del ejercicio físico. Advierte de que la vida sedentaria es nefasta para la salud y que contribuye a los problemas de salud más frecuentes en nuestra población, como síndrome metabólico, osteoporosis, diabetes, etcétera. Carmen del Campo Arroyo, vocal nacional de Alimentación del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, determina que una dieta personalizada debe tener en cuenta el estilo de vida del paciente. Horarios de comida, adaptados a sus necesidades profesionales y familiares; gustos particulares sobre todos los grupos alimentarios, intentando promover una dieta variada y no excluyente; formas de cocinado que se adapten a los tiempos, gustos y conocimientos culinarios del paciente. En este sentido, “una dieta debe ser siempre dinámica porque no todos los días del paciente van a ser iguales”. Para cumplir esta premisa, el profesional no puede dar un papel que diga desayuno-comida-cena, sino que debe haber educado al paciente en el conocimiento de los alimentos ricos en nutrientes, en las cantidades adecuadas que debe tomar para cubrir sus necesidades metabólicas, en los alimentos que no son alimentos sino que solo lo parecen y, con ello, poder identificar los posibles errores de su alimentación, adaptándola al momento, a las necesidades y a la accesibilidad que se tenga a los alimentos y al cocinado de éstos. “Ojalá hubiese una dieta ideal, pero no es así. Sería muy fácil de esa manera. Lo que sí existe es una dieta que debe ser adaptada al paciente. No vale una misma dieta para todos, ya que serán las características personales las que hagan que esa dieta funcione”, aboga De Andrés. Prefiere llamarlo‘plan nutricional’, puesto que la palabra‘dieta’está“denostada”. A su juicio,“comer bien es realizar una buena alimentación que dé un resultado positivo en la nutrición”. En una persona sin restricciones de alimentos por alguna patología comer bien es tener una dieta equilibrada. Esto significa que haya variedad, que se incluyan alimentos de todos los grupos alimentarios (frutas, verduras, cereales integrales, carnes magras, pescados, huevos, lácteos y grasas saludables, como el aceite de oliva virgen extra); que se consuman alimentos en porciones adecuadas, “la cantidad importa”; que se eliminen alimentos procesados, azúcares añadidos y grasas saturadas; que se combinen los diferentes nutrientes (carbohidratos, proteínas, grasa, vitaminas y minerales) en cada comida; que se prioricen alimentos frescos y naturales, “más mercado y menos supermercado”; y que se beba suficiente agua. Siempre y cuando no haya restricciones hídricas, se debe consumir 35 ml/kg al día. Una dieta personalizada “debe realizarse después de efectuar una evaluación completa del estado de salud de la persona a la que se realiza, se le debe hacer un estudio que incluya la historia clínica”. Cita, en este punto, patologías, farmacología, peso, altura, nivel de actividad física, hábitos alimentarios y, si se puede hacer, una bioimpedancia, “por todos los datos que proporciona”. Una vez se hayan recopilado todos estos datos, teniéndolos en cuenta, se analizarán los requerimientos calóricos y de nutrientes específicos basados en los objetivos de pérdida de peso y/o de recuperación de salud. Obesidad La obesidad es una gran preocupación en estos momentos. Collado remarca que es la pandemia del siglo XXI, que es una enfermedad crónica, que “hay que abordar desde varios ámbitos de la salud, mental, nutricional, farmacológico”. Sugiere que, desde la farmacia, los farmacéuticos son “el filtro más cercano para derivar a los profesionales sanitarios compañeros cuando se precise”. “Desde nuestras competencias, podemos ayudar mucho a estos pacientes”, ratifica. No hay que olvidar que es una enfermedad asociada a la principal causa de muerte en España, las patologías cardiovasculares. Del Campo Arroyo añade que, desde la oficina de farmacia, se pueden ofrecer distintas estrategias de mejora de la calidad de vida del paciente:“Desde consejo nutricional, indicación de suplementos nutricionales adecuados y asesoramiento personalizado si la oficina de farmacia tiene integrado el servicio de nutrición”. El incremento de la prevalencia de la obesidad y sus consecuencias sobre la salud son conocidos por todos los activos sanitarios. Codesal Fidalgo razona que, como la obesidad se ha convertido en un problema de salud pública, el farmacéutico comunitario como profesional sanitario tiene la responsabilidad de implicarse en su abordaje,“actuando desde la detección, prevención, seguimiento farmacoterapéutico y adherencia al tratamiento”. Incluir el manejo de la obesidad en los diferentes Servicios Profesionales Farmacéuticos Asistenciales (SPFA), ya sea durante la dispensación, el seguimiento farmacoterapéutico o la adherencia terapéutica al tratamiento del paciente, es clave para conseguir un abordaje integral del paciente con obesidad. SERÁ NECESARIA UNA ZONA ZAP DONDE EL PACIENTE SE ENCUENTRE CON INTIMIDAD PARA TRATAR TEMAS PERSONALES

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