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43 La farmacia comunitaria es un punto estratégico para promover hábitos saludables en alimentación. Es un espacio de confianza, accesible, dirigido por profesionales con conocimientos para que las personas que necesitan hacer cambios tengan el asesoramiento nutricional adecuado. Antonieta de Andrés, farmacéutica comunitaria y nutricionista clínica en Farmacia La Cantábrica (Astillero, Cantabria), tesorera de la Sociedad Española de Farmacéuticos y Nutricionistas Comunitarios (SEFYNC) y vocal de Alimentación en el COF de Cantabria, avisa de que, cuando en la farmacia existe un servicio de nutrición, “la manera de atender a estos pacientes es diferente”. Ya que se necesita una cita previa para conocer las necesidades de esta persona, se le hace una evaluación nutricional realizándole un historial alimentario, unas medidas antropométricas, un historial clínico y farmacológico, para la elaboración de un plan nutricional con recomendaciones personalizadas y, por último, se le efectúa un seguimiento, semanal en su caso, hasta conseguir objetivos marcados, o lo más próximo a ellos. También le parece importante el seguimiento, una vez conseguidos objetivos, con intervalos de tiempo mayores entre visitas, para reafirmar los cambios realizados. Hace hincapié en que “el éxito de este servicio es el seguimiento, por eso las hojas que dan en los centros de salud o los endocrinos, con la alimentación que deben o no deben tomar los pacientes, en la mayoría de las veces no dan resultado”. Para centrar el tema; Beatriz Collado, vocal de Nutrición y Alimentación del COF de Madrid, aclara la diferencia entre el asesoramiento nutricional, que todas las oficinas de farmacia tienen “el deber y la responsabilidad” de llevar a cabo, y desarrollar una sección de nutrición, que, por ejemplo, gracias a la nueva Ley de Farmacia, puede implementarse en las oficinas de farmacia de la Comunidad de Madrid. “En este último caso, podríamos dar un paso más allá, pudiendo extender el servicio a la elaboración de dietas personalizadas a cada paciente en función de sus necesidades”, informa. En ambas situaciones, “el papel del farmacéutico es esencial”. Cuando un paciente tiene una patología y toma cualquier medicación, es imprescindible conocer cómo afecta a la asimilación de los nutrientes, ya que son muchísimas las implicaciones. Considera que “el trabajo multidisciplinar de un farmacéutico y un nutricionista es una labor extraordinaria para conseguir los mejores resultados en el cuidado de la salud y la prevención de enfermedades”. Por supuesto, es necesario que el farmacéutico esté en constante formación y conocimiento de las últimas investigaciones para dar el mejor consejo, trabajando codo con codo con la industria y aprovechando el extraordinario trabajo que hace de I+D, para perseguir el objetivo más importante: “Cuidar de nuestros pacientes con el mejor consejo y producto, con la máxima eficacia y seguridad”. Así, hay dos maneras de afrontar la nutrición desde la farmacia comunitaria. De Andrés resume que, una, por el farmacéutico sin grado en nutrición cuyo abordaje será el de dar pautas para una alimentación saludable a aquellos pacientes que lo necesitan, bien porque ellos lo solicitan o bien porque el farmacéutico ve una necesidad. La otra manera es como farmacéutico nutricionista, creando el servicio de nutrición dentro de la farmacia comunitaria, donde se tratará al paciente de manera personalizada teniendo en cuenta aspectos personales, clínicos y farmacológicos para resolver todos aquellos problemas relacionados con la nutrición y la salud. En ambos casos, “será necesario una zona ZAP en donde el paciente se encuentre con intimidad para tratar temas personales”. Como todo en materia de salud, según Collado, siempre hay que hacer “un abordaje integral, una visión 360º”, que lleve a valorar en función de las patologías que tenga el paciente, la medicación que tome. De acuerdo con la situación personal de cada momento de la vida de los pacientes, se practicará un asesoramiento nutricional u otro, así como la suplementación adecuada cuando sea necesaria. Deja claro que “el farmacéutico, como experto en el medicamento, y por su amplio estudio en el área de la bromatología y la nutrición, así como por ser un perfecto conocedor entre las interacciones entre el alimento y el medicamento, es un eslabón fundamental para cuidar al paciente en esta materia”. El servicio de nutrición es muy importante porque previene de enfermedades. De Andrés apunta que hay que tener en cuenta que el 70 % de las enfermedades no transmisibles y 13 de los cánceres están relacionados con una mala alimentación. Igualmente, que el papel del farmacéutico, como el de cualquier sanitario, es fundamental. “Somos los sanitarios más accesibles y de más confianza que tiene la población, por lo que es necesario que esto lo utilicemos en beneficio de ellos”, insiste. De hecho, se tiene un gran momento de contacto con el paciente en el momento de la dispensación, y ésta “debe ser siempre activa, con asesoramiento sobre su patología y la influencia de la nutrición en ella, por lo que se hará educación nutricional proporcionando información clara y concisa sobre los beneficios de una dieta saludable, los grupos de alimentos y las porciones adecuadas”. Opina que otra manera de educar a la población es realizando talleres y charlas para promover hábitos saludables en la comunidad, y que es importante poder ofrecer material informativo sobre patologías y alimentación, como diabetes tipo II, hipertensión, síndrome de intestino irritable o cáncer, para que se lo lleven a sus casas. Aconseja ser constantes a la hora de dar toda esta información a los pacientes, porque para ellos es difícil ver la relación entre alimentación y enfermedad, ya que, en cuanto empiezan a tomar la medicación, la sensación para ellos es que ya no tienen la patología. Es el caso, muchas veces, del colesterol. Cuando comienzan a tomar la pastilla, dejan de tener colesterol y su alimentación sigue siendo la misma. Rememora que, hasta el año 2010, que se creó el grado de nutrición y dietética, los farmacéuticos eran los profesionales, junto con químicos y veterinarios, que más asignaturas tenían relacionadas con la nutrición. Por ende, sus conocimientos siempre han sido muy amplios en este campo, y esto hace que el grado de nutrición no sea complicado estudiarlo.“Es tanto el conocimiento que tenemos que el grado de nutrición pasa a ser de cuatro años a dos para un farmacéutico”, revela. “Es importante que los colegios aporten esta información a los colegiados facilitando las facultades que tienen estos títulos semipresenciales”, pronuncia. Pide que se actualicen conocimientos en el campo de la nutrición con formación continuada a través de los COF. Desde SEFYNC, se representa a todos los farmacéuticos nutricionistas fomentando la formación de farmacéuticos en esta especialidad y potenciando la implantación del servicio profesional farmacéutico en la farmacia comunitaria, teniendo como objetivos el desarrollo científico y profesional en la farmacia comunitaria y activando la investigación. En su farmacia, ya saben que brindan el servicio de nutrición, por lo que directamente se lo solicitan. “Si así no fuera, se les da información sobre las mejoras que tendría la pérdida de peso para el problema de salud que tiene”, declara De Andrés. Expone que hay veces que es necesario ponerse en contacto con otros profesionales, como médicos de Atención Primaria, porque se necesita cambios en la medicación a medida que va disminuyendo el peso. Del

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