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EL FARMACÉUTICO 16 Patricia Téllez (León) Lo suyo le viene de familia. Patricia ha vivido la vocación sanitaria desde cerca: sus antecesores eran médicos entregados en cuerpo y alma a sus pacientes y, además, explica, “he tenido la fortuna de formar parte, por matrimonio, de una familia farmacéutica que me enseñó el amor a la profesión, el orgullo de ser farmacéutico y la vocación de servicio”. Sus inicios están marcados por la investigación clínica, pero no fue hasta que se trasladó a León, cuando comenzó a trabajar en una oficina de farmacia rural. “Al poco tiempo ya estaba enganchada”, nos confía sonriente antes de añadir que “el trato con los pacientes es el aspecto más gratificante de esta profesión”. Y es que precisamente esa es una de las fortalezas de la farmacia comunitaria: su accesibilidad y cercanía. La botica de Patricia está ubicada en un barrio de León caracterizado por la convivencia entre jóvenes, debido a su proximidad a la universidad, y también con una gran población de personas mayores: “Me gusta decir que mi farmacia es como un minipueblo donde todos nos conocemos. La clave está en que cada uno recibe un trato personalizado y amable”. Su sello de identidad es la sonrisa y la dedicación de todos los profesionales que forman parte de su equipo. A día de hoy, nadie duda de que el modelo de farmacia ha evolucionado. ¿Positivamente? “Sin duda. Las farmacias han pasado de ser dispensadoras de medicamentos a convertirse en espacios de salud integrales”. No requiere listas de espera ni cita previa, la cruz verde siempre está encendida. Con todo, nuestra entrevistada considera que hay una premisa que no debe olvidarse: el farmacéutico es el experto en el medicamento. “Esa es la esencia de nuestra profesión y todos los servicios complementarios representan un complemento -nunca mejor dicho- para dar una atención más integral a nuestros pacientes”, señala. Para ella, la farmacia asistencial siempre será imprescindible: “El trato personalizado y el consejo de un experto en salud nunca estará amenazado”. Considera que las herramientas digitales deben ser vistas como una oportunidad más que como una amenaza, siempre y cuando se usen adecuadamente. Que “la clave está en una implementación cuidadosa y en equilibrar la tecnología con el aporte humano que singulariza a la farmacia comunitaria”. La farmacia siempre se ha caracterizado por adaptarse a las circunstancias, de ahí que también haya incorporado los avances en tecnología. Así, “las aplicaciones móviles, los correos electrónicos o los recordatorios de medicamentos facilitan una comunicación más fluida con los pacientes”, sostiene, y añade: “La robotización, por su parte, ayuda a reducir el riesgo de errores y permite al farmacéutico dedicar más tiempo a cada paciente”. Ella acaba de robotizar la suya, y admite que supone una gran ayuda en el día a día. La farmacia contribuye sin duda a descongestionar el sistema, reduciendo, entre otras cuestiones, las visitas a urgencias y los ingresos hospitalarios. La realidad es que “no hay que olvidar que estamos presentes en las zonas rurales donde a veces no llega ningún otro profesional sanitario”. Y que, por supuesto, “la cruz de la farmacia no se apaga”. proyectos para incentivar el deporte... Y es algo que evidencia que las farmacias son mucho más que comercios de venta de medicamentos”. En el entorno rural, los fármacos siguen representando la mayor parte de las ventas, pero, “además, ofrecemos servicios como los SPDs, que fidelizan a la clientela”. Junto a ello, los vecinos de Santa María de Ordás también acuden a la botica para medirse la tensión, la glucosa o el colesterol. “Por eso pienso que la figura del farmacéutico seguirá estando siempre ahí”, asegura Pablo. En relación al avance tecnológico que introduce el big data o la robotización, “toda mejora es positiva si se adapta a tus necesidades”. En el caso de la farmacia rural, “el negocio creo que ha cambiado poco en los últimos años, aunque cada vez veo más colegas que apuestan por páginas webs o la publicidad online”. La despoblación en pequeños municipios acrecienta, aún más si cabe, el rol esencial que ejerce la farmacia rural. No en vano, en los últimos 15 años el número de farmacias fuera de capitales ha crecido un 7 % y el de capitales un 1,2 %. En este sentido, “cada vez percibo más concienciación en las instituciones sobre nuestra situación, pero no creo que se vaya a hacer lo suficiente hasta que, por desgracia, no haya marcha atrás para muchos pueblos y sus farmacias”. Pero lo tiene claro: “En nuestra mano está reaccionar y tratar de cambiar las cosas”. “LAS FARMACIAS HAN PASADO DE SER DISPENSADORAS DE MEDICAMENTOS A CONVERTIRSE EN ESPACIOS DE SALUD INTEGRALES” “EJERCEMOS UNA LABOR SANITARIA FUNDAMENTAL, SOBRE TODO AHORA QUE CADA VEZ HAY MENOS CONSULTAS DE ATENCIÓN PRIMARIA”

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