125 organolépticas y fisicoquímicas de los aceites vegetales, así como su estabilidad oxidativa9. Al mezclar aceites con una buena ratio de ácidos grasos poliinsaturados (AGP) w-6/ w-3 con otros ricos en w-9 y con otros ricos en ácidos grasos de cadena media, podemos obtener un aceite con mejores cualidades nutricionales, físicas y sensoriales1. En función del perfil de ácidos grasos, es habitual encontrar mezclados el aceite de girasol, dado su alto contenido en AGP (68-72%), con el aceite de oliva, que es conocido por ser fuente de ácidos grasos monoinsaturados (AGM)1. En el caso del aceite de coco, es habitual encontrarlo mezclado con el aceite de linaza, dado que el aceite de coco es una buena fuente de ácidos grasos saturados (AGS) que combina con el alto contenido de ácido alfa-linolénico (w-3) del aceite de linaza1. Otro ejemplo es la combinación del aceite de coco con el aceite de palma (rico en ácidos palmítico y oleico) o el aceite de cacahuete (rico en AGM, especialmente en ácido oleico), lo cual es capaz de aumentar la calidad del aceite y extender su vida útil10, igual que ocurre al añadir aceite de coco al aceite de girasol, aumentando su estabilidad frente a la oxidación11. También podemos encontrar combinaciones de tres o más aceites (aceite de coco, aceite de palma y aceite de salvado de arroz), que mejoran la calidad del producto y que pueden dar lugar a beneficios en la salud que es posible que, de no producirse estas combinaciones, no se pudieran dar o lo hicieran en menores proporciones1-12. Hay que tener en cuenta que, independientemente de que el consumo sea de un aceito o una combinación de varios, el consumo total de aceite debe permanecer dentro de las recomendaciones de las ingestas diarias recomendadas. Son muchos los beneficios atribuidos al aceite de coco: reducción del colesterol plasmático, reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares, pérdida de peso, mejora de las funciones cognitivas, mejora del síndrome del intestino irritable, reducción de las afecciones de la tiroides y la diabetes, efecto antiobesidad, mejora del sistema inmunológico, propiedades anticancerígenas, antioxidantes, antimicrobianas y antiinflamatorias, y promoción de la cicatrización de las heridas, entre otros4-13. Sin embargo, la información que rodea los beneficios atribuidos al aceite de coco no siempre se apoya en la evidencia científica. Es más, en algunos casos se puede encontrar que los efectos del aceite de coco pueden resultar más perjudiciales que beneficiosos. Este es el caso de su uso en la reducción del riesgo cardiovascular. Es cierto que el aceite de coco aumenta los niveles de colesterol HDL, el denominado‘colesterol bueno’, pero también aumenta los niveles de colesterol LDL (‘colesterol malo’) y el colesterol total, por lo que estaría lejos de mejorar el perfil lipídico13. Otro ejemplo puede ser la pérdida de peso asociada al efecto termogénico, ya que hay evidencia que sostiene que no hay cambios en la termogénesis derivada del consumo de aceite de coco14. En base a la literatura científica, no hay evidencia suficiente que avale que el aceite de coco sea capaz de aportar todos los beneficios mencionados anteriormente13. Sí que podemos encontrar algún estudio sobre la utilidad del aceite de coco en la prevención y el tratamiento de la dermatitis atópica15-16, así como en la prevención de la caries dental17, necesitando mayor evidencia científica para respaldar estos resultados. En definitiva, el aceite de coco es una gran fuente de AGSCM, especialmente de ácido láurico. Su uso como aceite de fritura se debe a su gran estabilidad y a su capacidad para evitar la formación excesiva de acrilamida. Algunas propiedades beneficiosas que se le atribuyen, como el efecto antiobesidad, propiedades anticancerígenas, antioxidantes o antimicrobianas, entre otras, aún no cuentan con la evidencia suficiente. Sin embargo, a pesar de que la evidencia actual es limitada, sí que parece que pueda ser un buen coadyuvante en el tratamiento de la dermatitis atópica. REFERENCIAS: 1. Rabail R, Shabbir MA, Sahar A, Miecznikowski A, Kieliszek M, Aadil RM. An Intricate Review on Nutritional and Analytical Profiling of Coconut, Flaxseed, Olive, and Sunflower Oil Blends. Molecules [Internet]. 2021 Nov 26;26(23):7187. Available from: https://www.mdpi.com/1420-3049/26/23/7187. 2. Joshi S, Kaushik V, Gode V, Mhaskar S. Coconut Oil and Immunity: What do we really know about it so far? J Assoc Physicians India. 2020 Jul;68(7):67–72. 3. Osman A. Coconut (Cocos nucifera) Oil. In: Fruit Oils: Chemistry and Functionality. Cham: Springer International Publishing; 2019. p. 209–21. 4. Deen A, Visvanathan R, Wickramarachchi D, Marikkar N, Nammi S, Jayawardana BC, et al. Chemical composition and health benefits of coconut oil: an overview. J Sci Food Agric. 2021 Apr 29;101(6):2182–93. 5. Guerra-Hernández EJ. Acrylamide in Battered Products. In: Acrylamide in Food. Elsevier; 2016. p. 253–74. 6. Demšar L, Lazar N, Zahija I, Lušnic Polak M, Polak T. Quality parameters of different oils and fried foods after repeated deep-fat frying. Meso. 2020;22(6):460–74. 7. Montenegro-Bonilla DM, Flores-Flores NL, Rodriguez-Lira BM, Arriaga-Montiel NI, Yáñez-Chávez DI, Ramírez-Moreno E. Análisis de los aceites vegetales y su estabilidad en la fritura. Educación y Salud Boletín Científico Instituto de Ciencias de la Salud Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. 2023 Jun 5;11(22):58–66. 8. Berger KG, Hashim Hassan M. Usos alimenticios del coco. 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