9 Javier González (La Rioja) Javier comenzó a ejercer su profesión en una zona rural de aproximadamente 100 habitantes, en la zona de las 7 villas. Más tarde pudo abrir su segunda oficina de farmacia en la zona de La Rioja Baja, y una tercera que después de un año pudo trasladar a la que es su actual botica. “Se trata de una farmacia moderna, impersonal, una farmacia rápida y tecnológica (robot, cajas de cobro, vending, tótem, página web, Instagram) con una clientela joven que demanda gran variedad de productos”, explica. Gracias a su amplia experiencia y largo recorrido en el sector conoce bien de cerca la botica rural. “La farmacia que siempre defendemos es esa farmacia rural que hace un trabajo digno de alabar, pero no sé si tan bien retribuido como alabado”, se cuestiona antes de asegurar que su oficina se diferencia del resto por el equipo de profesionales cualificados: “Son mi mano derecha y parte de la izquierda. No es solo mi opinión, es una cosa que me lo repiten cada día los clientes”. Y es que si por algo se caracteriza la farmacia rural es por la cercanía, clave esencial en la prevención, diagnóstico y seguimiento de patologías en ciudadanos de avanzada edad. No en vano, “tenemos que tener presente que la farmacia es el primer eslabón de la cadena asistencial; de hecho, solemos ser los primeros a los que acuden los pacientes”. Además de ofrecer los servicios básicos, en la botica de Javier están especializados en nutrición y más en profundidad en dermocosmética: “Viajamos por Europa viendo lo que hacen otros, intentando averiguar hacia dónde se mueve el futuro del sector”, relata este riojano, que es defensor a ultranza del modelo actual. Según él, “el modelo ni ha cambiado ni debe cambiar, es el farmacéutico el que ha evolucionado adaptándose a las distintas problemáticas”. Problemáticas que pueden venir en forma de recortes, impagos, pero también de la mano del big data o del marketing digital. Con todo, cuando hace 18 años Javier se matriculó en el primer año de Farmacia lo hizo coyunturalmente, pues “no tenía ni influencia familiar ni vocación”. Ahora bien, si volviera a empezar “tendría seguro que querría hacer Farmacia, es un mundo apasionante”. Mª Luisa Benito (Burgos) “Considero que formar una familia y dedicarte a tu profesión es posible; en Villalba de Duero pude aunar las dos cosas”, son las primeras palabras de esta boticaria enamorada de su profesión. Su historia se remonta a 1986, cuando Mª Luisa se estableció en esta históricamente llamada Villa Blanca, al noroeste de la villa de Aranda de Duero. Hoy, no duda en asegurar que “lo que más me llena de mi día a día es poder escuchar a los pacientes y ayudarles, es uno de los puntos más gratificantes de ser farmacéutico rural”. Absolutamente entregada a su labor sanitaria, Mª Luisa nos habla de una farmacia rural cercana y única, una farmacia rural que existe gracias a un modelo imbricado en todos los puntos de la geografía española. Y nos lo cuenta desde la sabiduría y experiencia de quien ha sido un miembro más de la familia de estos vecinos durante muchos años: “Atiendo a un elevado porcentaje de pacientes con edad avanzada. La farmacia siempre ha sido un punto de referencia en todo lo que concierne a su salud”. Consciente de su realidad como farmacia rural, explica que “aunque no es posible tener el estocaje que tienen las farmacias grandes, procuramos tener los tratamientos habituales”, antes de añadir que “en el caso que falte algo, gracias a la importante labor de las cooperativas de distribución, podemos conseguirlo ese mismo día”. La colaboración médico-enfermero-farmacéutico en el entorno rural no es una opción, es el día a día. En este sentido, recuerda que, “en tiempos de la Covid-19, a pesar de la dificultad, fue todo mucho más fácil que en las ciudades. La ventaja de los farmacéuticos rurales es que nuestros pacientes son vecinos, y muchas veces conocemos sus circunstancias familiares, lo que permite ayudarles mejor”. La sostenibilidad, para Mª Luisa, debería empezar por mantener los precios de los medicamentos y no continuar con los recortes. Además de remunerar determinados servicios asistenciales. “Lo que no es sostenible es vender tratamientos mensuales por debajo de un euro. De este modo, cada vez habrá más compañeros que se vean abocados a echar el cierre”, lamenta, y considera que “las administraciones deberían dedicar tiempo a conocer la situación real de muchos compañeros rurales”. También es partidaria de una mayor y continua consolidación de los servicios profesio- “TENEMOS QUE TENER PRESENTE QUE LA FARMACIA ES EL PRIMER ESLABÓN DE LA CADENA ASISTENCIAL” nales farmacéuticos: “Son el futuro y por lo que deberían de apostar las administraciones, ya que, especialmente en los pueblos, el farmacéutico será el único profesional sanitario que quede en muchos kilómetros a la redonda”. Respecto al futuro del sector, nuestra entrevistada es optimista y afirma que “la labor farmacéutica va mucho más allá de la dispensación, ayudando y escuchando a sus pacientes”.
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