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143 La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva y a demanda durante los seis primeros meses de vida debido a los numerosos beneficios para la salud y el desarrollo del bebé que ésta presenta, como son su alto valor nutricional y la protección contra enfermedades. A partir de seis meses de edad, los niños deben empezar a comer alimentos complementarios, junto con la leche materna, hasta aproximadamente los dos años de vida. No obstante, son muchos los factores que pueden hacer que sea necesario utilizar una fórmula infantil, ya sea como apoyo a la lactancia materna (lactancia mixta) o como único tipo de alimentación del niño/a: escasa producción de leche, enfermedad materna o del bebé, nacimiento prematuro, disponibilidad de tiempo de la madre, conciliación laboral, etc. En los últimos años, la elaboración de leches infantiles ha sufrido una gran revolución, tanto tecnológica como de investigación, mejorando la calidad y digestibilidad de las fórmulas fabricadas y acercándolas cada vez más a la composición de la leche materna. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) regula la composición en macronutrientes (grasa, hidratos de carbono y proteínas), vitaminas y minerales, entre otros, que deben tener las fórmulas infantiles2. No obstante, hay una serie de compuestos y componentes bioactivos en la leche humana que han sido objeto de numerosos estudios de investigación en los últimos años para su incorporación a las fórmulas infantiles. Algunos de estos nuevos compuestos o ingredientes están ya en el mercado y determinan las diferencias entre unas fórmulas infantiles y otras. Entre ellos, destacan los siguientes: Prebióticos Son compuestos no digeribles (fibra) presentes en los alimentos que sirven de nutrientes para la microbiota intestinal, contribuyendo así al crecimiento de bacterias beneficiosas y al desarrollo del sistema digestivo e inmune del recién nacido, reduciendo la aparición de infecciones y de asma y mejorando la consistencia de las heces. Podemos distinguir aquellos que son de cadena corta o galactooligosacáridos (GOS) y de cadena larga o fructooligosacáridos (FOS). Se suelen añadir a las fórmulas infantiles en proporción GOS/FOS 9:1 (máximo 0.8 g/100 ml). Estos compuestos intentan imitar el gran aporte y función de los oligosacáridos de la leche materna (HMOs por sus siglas en inglés), aunque son compuestos estructuralmente muy diferentes3. Oligosacáridos de la leche materna (HMOs) Los HMOs son un grupo de más de 200 compuestos que constituyen el tercer componente más abundante en la leche humana después de la grasa y la lactosa (12-15 g/l). Sin embargo, no están presentes, o están en una concentración mucho más baja, en leches de vaca o cabra. Son compuestos que escapan la digestión en el intestino delgado y actúan como prebióticos favoreciendo una microbiota intestinal saludable, especialmente rica en bifidobacterias y lactobacilos. Además, también tienen otros importantes efectos, ya que estimulan el correcto desarrollo de la barrera intestinal (reduciendo el riesgo de alergias alimentarias y de adhesión de patógenos), favorecen la maduración y regulación del sistema inmune, reducen el riesgo de infecciones e, incluso algunos de ellos, podrían presentar beneficios para el desarrollo neurocognitivo3,4. Existen diversos tipos de HMOs dependiendo de su estructura química. Los más conocidos derivan de la adición de diferentes estructuras a la lactosa, y se utilizan a veces incluso en combinación de hasta 5 HMO diferentes: • Fucosa: dando lugar a 2-fucosil-lactosa (2’-FL), 3-fucosil-lactosa (3’-FL) y difucosil-lactosa (DFL). La 2’-FL es el HMO más abundante en la leche humana. • Galactosa: dando lugar a diferentes moléculas de galactosil-lactosa (3’-GL, 4’-GL y 6’-GL). • Ácido siálico: dando lugar a sialil-lactosas (3’-SL y 6’-SL). • N-acetilglucosamina + galactosa: lacto-N-tetraosa (LNT). Probióticos Son microorganismos vivos cuya ingesta, en cantidades adecuadas, puede ejercer efectos beneficiosos sobre la microbiota intestinal y la salud. La leche materna es un alimento probiótico en sí, ya que se ha descrito que contiene más de 700 especies diferentes de bacterias, y es un factor importante en el establecimiento de una flora intestinal beneficiosa en el recién nacido, la salud gastrointestinal y la protección frente a infecciones y determinadas alergias. Algunas fórmulas infantiles ya incorporan probióticos para mimetizar este efecto de la leche materna y favorecer la colonización intestinal del niño por bacterias beneficiosas y, con ello, mejorar la salud del lactante. Las especies probióticas más utilizadas actualmente son las que se encuentran en la flora intestinal de bebés alimentados con leche materna, es decir, fundamentalmente bifidobacterias (Bifidobacterium infantis, B. lactis y B. longum) y lactobacilos (Lactobacillus rhamnosus, Limosilactobacillus reuteri, Lactobacillus reuteri)5. La combinación de probióticos y prebióticos (GOS/FOS y/o HMOs) en las leches infantiles se denomina ‘simbióticos’. Los simbióticos nos ofrecen la posibilidad de modular la microbiota intestinal del recién nacido durante los primeros meses de vida, cuando la maduración del intestino y el sistema inmune no se ha completado, y poder, así, mejorar la salud gastrointestinal del bebé, sus defensas frente a infecciones y reducir la aparición de alergias. DHA y ARA Los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (LC-PUFAs), como el ácido decosahexaenoico (DHA, 22:6 n-3) y el ácido araquidónico (ARA, 20:4 n-6), están presentes en grandes cantidades en el cerebro y la retina e intervienen en el correcto desarrollo cognitivo y visual de los recién nacidos. Además, tienen un efecto inmunomodulador que proporciona protección contra algunas infecciones respiratorias tan comunes en estas edades. Generalmente se añaden a la leche en forma de aceites de pescado o de algas. La EFSA estableció en 2020 el DHA como componente obligatorio en todas las fórmulas infantiles (20-50 mg/100 kcal), pero no así el ARA. No obstante, la comunidad científica recomienda la adición también de ARA en cantidad similar o incluso a una concentración mayor que el DHA, tal y como lo encontramos en la leche materna6. Membrana del glóbulo graso de la leche (MFGM) La grasa de la leche se encuentra formando pequeños glóbulos o esferas de grasa, cuyo interior está compuesto fundamentalmente por triglicéridos, y la membrana por una mezcla rica en compuestos bioactivos a base

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