127 Otro problema aparte, eso sí, es la existencia de diferentes Apps que son seguidas por millones de usuarios y que, a su modo de ver, “no informan con veracidad, confundiendo al consumidor y creando alarmas sociales innecesarias”. Son consumidores que compran los productos cosméticos creyendo que son naturales cuando realmente no lo son, lamenta, “basándose en la información que les aporta cada aplicación y, sobre todo, porque no contienen unos ingredientes determinados (reivindicaciones que hacen los cosméticos ‘sin’), sin preocuparse por los que sí contiene”. Acerca de los productos más demandados, la farmacéutica revela que son los que llevan retinoides, sobre todo retinol, y los que incluyen ácido hialurónico. En un segundo lugar, ella colocaría los que llevan niacinamida y péptidos. “En el caso de la cosmética natural se reivindica en muchos casos como retinoide natural al bakuchiol, cuando no es un retinoide y, además, suele utilizarse una sustancia de síntesis”, manifiesta. Lo mismo sucede con el ácido hialurónico, que puede ser natural o de síntesis, “pero cuando es de origen natural se indica expresamente en el etiquetado”. Otros ingredientes que según la experta son muy utilizados en cosmética natural y orgánica son los extractos y aceites de plantas. No obstante, apostilla, “todo lo relacionado con el reino vegetal es un mundo muy complejo porque depende de la procedencia, del proceso de obtención y de otros muchos factores que diferencian un extracto o aceite de otro”. Además, hay más de 7.600 y 2.500 referencias en CosIng, respectivamente. Para ella, cabe destacar que todos los cosméticos llevan más de un ingrediente, por lo que las combinaciones son infinitas. Por eso, “los productos cosméticos más demandados son los que tienen función global, más allá de antienvejecimiento, despigmentante, antiarrugas, regeneradora, hidratante, etc.”, explica. Asimismo, “las mejores firmas del sector cosmético tienen tendencia a incluir cada vez más ingredientes de origen vegetal y marino, pero sin entrar en la categorización de cosmética natural u orgánica”, aunque “sí es frecuente que indiquen el porcentaje de ingredientes naturales como un valor añadido”. “Tengo la sensación de que la cosmética tiende más a ser sostenible y cuidar el medioambiente que a ser conceptuada como natural u orgánica”, reflexiona. Concluye haciendo hincapié en que “la dermofarmacia siempre debe tener como objetivo la salud de la piel y, tal vez, no tanto la belleza”. Por otro lado, cabe diferenciar los conceptos de cosmética eco, bio y natural, puesto que aunque tiendan a usarse como sinónimos, no lo son. Al respecto, María Jesús Lucero apunta que “dado que el Reglamento (CE) 1223/2009 sobre productos cosméticos no hace referencia a estos conceptos, los laboratorios de cosmética natural pueden cumplir la norma ISO 16128”. Dicho esto, hace las distinciones. “La cosmética bio es sinónima de cosmética orgánica y se basa en que sus ingredientes son orgánicos, es decir, son naturales procesados con arreglo a los métodos de cultivo orgánico que establecen las legislaciones nacionales de cada producción. Una excepción en la orgánica es que no incluye ni el agua ni los minerales, porque se considera que no proceden de la agricultura. Y la cosmética eco se elabora con ingredientes naturales y orgánicos”. Por su parte, detalla, “la cosmética natural se basa en ingredientes naturales que pueden ser todos los de origen vegetal, animal, mineral o microbiológico”. Además, y en general, el producto cosmético acabado debe contener más del 95% de los ingredientes naturales y orgánicos. Pero claro, para que los productos cosméticos se incluyan en cualquiera de estas categorías y el consumidor tenga garantías de que es cierto, recalca, “se tiene que certificar y cumplir con los estándares que las distintas empresas certificadoras exigen para dar el correspondiente sello de orgánico, eco o natural”. “Hay que dejar claro que se certifican materias primas y productos cosméticos, pero en ningún caso, laboratorios e industrias”, subraya la farmacéutica, que indica que “en Europa las certificadoras más usuales son Cosmos Standard, que comprende a su vez a Cosmebio, Icea, Ecocert, Soil Association y BDIH, y Natrue, de The International natural and organic cosmetics association”. “El Reglamento (CE) Nº 66/2010 relativo a la etiqueta ecológica de la UE (Ecolabel) tiene como objetivo fijar las normas para el establecimiento y aplicación del sistema voluntario de etiqueta ecológica de la UE”, expone. Por tanto, si un producto cosmético reivindica que es natural u orgánico, pero no está certificado, para la experta caben dos posibilidades: “Bien que el laboratorio no quiera pagar la certificación, aunque sí cumpla con los estándares, opción muy poco probable; o bien que las reivindicaciones estén basadas en la presencia de ingredientes naturales, con o sin certificar, pero no en el resto de la formulación, que normalmente es de naturaleza sintética”. Es decir, “está claro que no toda la cosmética natural u orgánica que está puesta en el mercado realmente lo es”. Por último, Lucero matiza también que “la cosmética natural u orgánica sólo tienen en común que los ingredientes son de origen natural y, si está certificada, cada una de las categorías cumple con los estándares correspondientes de las empresas certificadoras”. Beneficios extra de la cosmética natural: mito o realidad Otro mito respecto a estos productos es que tienen más beneficios que los de cosmética ‘tradicional’. Desde el punto de vista de la docente, eso no es así. “Un producto cosmético es eficaz por la función de los ingredientes que contiene. Las sustancias sintéticas tienen composición conocida y deben tener, aproximadamente, más del 99% de pureza; mientras que las de origen natural dependen de su procedencia y del proceso de obtención, y nunca van a tener una riqueza elevada en las sustancias activas”. Por tanto, aclara que “si un cosmético lleva el 10% de una sustancia química sintética, no es lo mismo que si lleva el 10% de un extracto vegetal, que no todo él tendrá eficacia cosmética”. Otro aspecto diferente es con relación a la sostenibilidad y al cuidado del medioambiente. “Es cierto que, en este caso, estaría a favor de la cosmética natural”, indica, pero puntualizando que “ni todos los laboratorios ‘naturales’ son sostenibles, ni todos cuidan el medioambiente como debieran. Es este tema, todavía queda mucho por hacer”. En cuanto al perfil de cliente que prefiere cosmética eco, bio y natural, la profesora de la Universidad de Sevilla considera que se diferencian dos grupos. “En el primero incluiría aquellas personas cuya filosofía de vida es ‘natural’ y son consumidores de ‘todo natural’, lo que considero una opción muy respetable, y para ellos hay productos cosméticos naturales u orgánicos certificados que son muy eficaces”. Al otro grupo, sin embargo, “pertenecen consumidores muy diferentes que están movidos por las tendencias, la moda, las redes sociales y las aplicaciones de móvil”. “La mayoría de ellos han leído/visto/oído que las sustancias químicas son perjudiciales para salud y las rechazan sistemáticamente, sin saber que todos los cosméticos que están puestos en el mercado y cumplen el Reglamento (CE) 1223/2009 son seguros para la salud humana y que existen diferentes organismos que garantizan la salud del consumidor (SCCS de CE) o que supervisan los efectos secundarios que se van declarando sobre los productos cosméticos (Cosmetovigilancia de AEMPS)”, recalca.
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