En 2021, empezaron a volver a la actividad presencial con las jornadas de delegación autonómicas, con las que recorrieron toda la geografía española. Pese a las adversidades, haciendo un balance general, el presidente de SEFAC se siente satisfecho, gracias al esfuerzo y dedicación de todos, pues considera que “hemos solventado muy positivamente todas las dificultades que esta pandemia nos ponía”. Con lo cual, considera el portavoz de los farmacéuticos comunitarios, “como sociedadcientíficaes indudableque lapandemianos haafectado organizativamente y en el contacto habitual con nuestros socios, pero también nos ha permitido reinventarnos y seguir impulsando el valor científico y profesional de los farmacéuticos comunitarios”. Al pie del cañón Asimismo, cree que, desde el punto de vista de los pacientes, la opinión de la población sobre los farmacéuticos comunitarios se ha reforzado; sobre todo teniendo en cuenta el colapso sanitario que se ha vivido en otros niveles asistenciales y la desatención que han sufrido en Atención Primaria. “La farmacia comunitaria ha sido el centro sanitario que siempre ha estado disponible y ha atendido presencialmente, incluso desarrollando la atención farmacéutica domiciliaria, que antes de la pandemia estuvo cuestionada (SEFAC fue la primera organización farmacéutica que puso el tema sobre la mesa, en nuestro congreso de 2018) y que durante la pandemia se ha demostrado que es necesaria”. De hecho, añade Baixauli, la nueva Ley de Farmacia de Madrid ya la contempla. A su juicio, “la población ha entendido todavíamás el valor de la redde farmacias, la importanciade sucercaníayaccesibilidadyque, sin ella, los efectos de la pandemia en la salud de la población, especialmentede lospacientesmás vulnerables y los crónicos, habríasidomayor”. Aunque también tiene alguna espina clavada acerca del papel de la farmacia comunitaria durante el Covid-19, porque “han sido incontables las veces que durante la pandemia la farmacia comunitaria, y concretamente SEFAC, se ha ofrecido a laAdministración sanitaria para aportar y sumar en labúsquedade soluciones a los problemas derivados de la pandemia”. Institucionalmente, lamenta, “se ha desaprovechado la capacidad sanitaria de los farmacéuticos comunitarios”. Esto evidencia, a sumodo de ver, que el margen demejora es importante endiferentes niveles. Enprimer lugar, comoprofesión, “debemos tener más convicción para dar un salto definitivo en esa dirección”, argumenta el presidente de SEFAC. “Aún se vive de manera un tanto drástica la dicotomía entre farmacia comercial y farmacia sanitaria, y aunque las farmacias son establecimientos privados, somos profesionales de la salud, estamos en un sector regulado, y el grueso de nuestra facturación viene a través del Sistema Nacional de Salud”. Por lo tanto, prosigue, “nodebemos olvidar que tenemos una responsabilidad hacia el paciente, primero, y también hacia el sistema sanitario. De ahí que, al igual que pedimos y reivindicamos que se nos tome en consideración como agentes de salud, debemos comprometernos con nuestra labor clínica y asistencial”. Por otraparte, y anivel externo, consideranecesarioque laAdministración sanitaria mejore su visión de la farmacia comunitaria, aproveche más supotencial, y facilite la colaboraciónde los farmacéuticos comunitarios con el restode profesionales sanitarios. Esto, explica, “sepuede hacer a través demuchas vías: desarrollando normativas que faciliten la labor asistencial de las farmacias, incorporándolas en las estrategias del SNS, promoviendo la creación de equipos multidisciplinares, etc.” Al mismo tiempo, la correcta coordinación entre los diferentes niveles sanitarios, para el farmacéutico, es uno de los grandes talones de Aquiles del SNS. El problema es que está ahí desde hace décadas, lo cual significa, en su opinión, “que seguimos sin avanzar lo suficiente, o no tan rápidamente como sería deseable, al menos desde el punto de vista político-institucional, pues no hay una apuesta decidida al respecto por parte de las Administraciones sanitarias y, en ocasiones, se han avivado también disputas corporativistas que no aportan nada a los pacientes”. Desde el punto de vista científico y profesional, incluso desde las bases, aclara, sí surgen iniciativas interesantes, “pero se necesita ese respaldoque solopuedendar las autoridades paraque realmente cuajen y se consoliden más iniciativas de coordinación”. Los proyectos de SEFAC En este sentido, SEFAC propone y trabaja constantemente en diferentes proyectos. En la actualidad, avanza Baixauli, en materia de digitalización, están dándole forma a la propuesta de teleatención farmacéutica, “con laque queremos ayudar a laadaptaciónde los servicios profesionales farmacéuticos asistenciales a los cambios provocados por la digitalización”, además de diferenciar claramente esta práctica de la telefarmacia que, desde su punto de vista, “tiene una clara connotación comercial y/o logística alejada de lo que son los servicios profesionales farmacéuticos asistenciales”. Esta propuesta se presentó en el congreso de mayo y esperan poder publicarla íntegramente próximamente. Pero, además, continuan trabajando “intensamente” en potenciar la labor clínica de los farmacéuticos a través de distintos frentes, desde la formación, con los programas de capacitación, hasta la difusión, mediante las carpas de servicios profesionales que este mismo año han vuelto a retomar, tras el parón que sufrieron por la pandemia. “Este año ya hemos celebrado cinco en distintas localidades y después del verano habrá otras cuatro”, revela el directivo. Asimismo, expone, “seguimos con proyectos como INDICA+PRO, implantación sobre indicación farmacéutica, y ConóceMe, paramejorar el conocimientode losmedicamentos en los adolescentes, yhemos iniciado también una colaboración con la Fundación Gasol para participar en el estudio PASOS, sobre estilos de vida y salud en niños y adolescentes”. Por último, “estamos trabajandoenlacuartaedicióndel congresoSEMERGENSEFAC, que este año se celebrará en noviembre en Segovia”. Para concluir, el presidente de SEFAC reflexiona sobre los retos que se debe marcar la farmacia para los próximos años. En su opinión, estos tienen que ver con el enfoque que quieran dar a la profesión. “Hay grandes amenazas, sectores que quieren introducirse en el mundo del medicamento a través de soluciones logísticas y modificar las relaciones de intermediación como ya ocurre en otros sectores”. También, añade, “haycolectivosquequierenasumir las funcionesdel farmacéutico comunitario, sobre todoenel ámbitode laatenciónapacientes crónicos, adherencia terapéutica, etc.” Pero todas estas amenazas podrán ser o no más fuertes “dependiendo de cómo reaccionemos ante ellas”. Es decir, “el farmacéutico comunitario puede hacerles frente y convertirlas en oportunidades, así como trabajar en lasmismas, trabajando y reforzando su rol asistencial, demostrando que nadie mejor que él puede intervenir cuando se trate de medicamentos y pacientes”. Ese es el principal reto, subraya: “Creernos que somos el referente sanitario en materia de medicamentos, porque realmente lo somos y podemos ayudar a la población con ello, y, además, conseguir que se nos de voz autorizada allá donde haya unmedicamento y un paciente”. Así pues, concluye que “no podemos permitir que no se nos vea como profesionales sanitarios y eso empieza también por mirarnos al espejo y reconocernos como tales no solo en nuestros discursos, sino también en todas y cada una de nuestras actuaciones”.
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