vitaminas del grupoB contribuyenal buen funcionamientodel sistema inmunitario y a disminuir el cansancio y la fatiga. Y, por supuesto, los expertos hacen especial hincapié en la mejor medida preventiva para evitar contraer enfermedades infecciosas. Se trata, como ha quedado demostrado con la irrupción del Covid-19, de las numerosas vacunas de las que disponemos a día de hoy para hacer frente a una gran variedadde patógenos. Bien es ciertoque lamayoría se administran en la infancia; sin embargo, en las personasmayores de 65 años se recomienda la vacunación anual de la gripe, así como la de enfermedad neumocócica y dosis de recuerdo del tétanos. Es por eso que ahora, con más motivo si cabe, la SEI recuerda que “la vacunación no solo es una medida de protección individual. Es un acto de responsabilidad social: teniendo un buen nivel de vacunación social (inmunidad de grupo) quedarán protegidas aquellas personas que por tener enfermedades graves no pueden vacunarse (como los pacientes con déficits del sistema inmunitario)”. ¿Cómo saber si tenemos las defensas bajas? Enfermedades como el VIH, el cáncer o la hepatitis pueden debilitar el sistema inmunitario. Sin embargo, un trastorno de inmunodeficiencia puede ser tan leveque lapersona afectadano sedé cuentaque lo tiene hasta pasado un largo periodo de tiempo. Así pues, conocer los síntomas habituales para identificar un sistema inmunitario débil puede ser de ayuda para ponerle remedio lo más pronto posible. Que la persona contraiga infecciones, tales como neumonía, meningitis, bronquitis o infecciones de la piel, con más frecuencia de lo habitual, es la señal más clara de que algo no va bien. Pero, además, pueden experimentar otros síntomas recurrentes más difíciles de asociar con este problema: alergias, fiebre, ojos secos, cansancio habitual, náuseas y vómitos, diarreas, manchas en la piel o caída del pelo. Son señales de alerta que no se pueden ignorar, pues tener las defensas altas equivale a disfrutar de un sistema inmunológico fuerte que nos defiende de enfermedades que van desde resfriados a otras más graves. Una de ellas es, justamente, el Covid-19. Más allá de los factores de riesgoque influyen en el pronósticode la enfermedad, hay varios estudios que identifican al sistema inmunitario como la clave que explica por qué unas personas sufren la infección de forma leve, mientras otras acaban ingresadas en el hospital o incluso muriendo. Por el contrario, si el sistema inmune permanece fuerte, hará que la resistencia a virus y bacterias sea mayor. Además, llevar una rutina con hábitos saludables como el ejercicio físico, una alimentación equilibrada o el buen descanso, es el ABC para evitar el riesgo de sufrir muchas otras enfermedades. Cuando de salud se trata, siempre es mejor prevenir que curar. Con la llegada del invierno nos llega con insistencia el mensaje de que hay que reforzar el sistema inmunitario. Pero, ¿sabemos a qué se debe esta preocupación? ¿Qué es exactamente, y cómo funciona este agente principal del que depende conservar un buen estado de salud? La Sociedad Española de Inmunología (SEI) lo define como“un sistema complejo de células y factores solubles que trabajan de forma coordinada paramantener la integridad de nuestro organismo, y que incluye el defendernos de patógenos, rechazo de trasplantes incompatibles, vigilancia antitumoral y responder frente a señales de peligro (bien endógenas como exógenas)”. Dicho de otro modo, el sistema inmunitario se ve afectado por diversos factores, que repercuten en la barrera protectora de nuestro cuerpo contra enfermedades, infecciones y ataques de patógenos externos. Unos son intrínsecos al propio individuo, como la predisposición genética a determinadas infecciones, la edad, el sexo, el tipo de microbiota, o la ingesta de determinados fármacos. Otros derivan del marco psicológico de cada persona, es decir, estrés, ansiedad, depresión..., pues se observa cada vez más una relación entre el sistema nervioso y el inmunitario. No obstante, no siempre es posible influir sobre el bienestar emocional. También el clima, la temperatura, las horas de sol y las circunstancias ambientales tienen relación con los patógenos y los niveles hormonales que afectan al sistema inmunitario. Es por eso que, si bien hay que cuidarlo durante todo el año, los meses de invierno hay que reforzar esa protección, dadoque es una época especialmente propensa a que bajen las defensas. Lo que se puede cambiar Es cierto que en algunos de estos factores poco se puede influir. Sin embargo, entre todos los aspectos que participan en el buen estado del sistema inmunitario sí sepuede incidir enaquellos relacionados con el estilo de vida: cuidar las horas de sueño, durmiendo como mínimo 7 horas; hacer ejercicio moderado de manera regular; llevar a cabo una buena higiene; evitar el estrés en la medida de lo posible; huir del consumo de alcohol, drogas y tabaco, etc. Todos esos condicionantes juegan un papel principal a la hora de preservar en lasmejores condiciones el sistema inmunitario, pero también en la mejora de la respuesta natural del organismo ante una infección, fortaleciendo las defensas. En este sentido, la alimentación es quizá el más determinante para lograr un sistema inmunológico fuerte. “Conunaalimentaciónvariada, ricaen legumbres, verduras (lafibraes elmejor prebiótico), cereales, frutas frescas, carne,huevos,pescado, lácteos (incluidoyoguresconlactobacillus) tenemos losnutrientesadecuadosparauncorrectosistema inmunitario”, expone la Sociedad Española de Inmunología. En relación a los hábitos nutricionales, además, es posible aportar al organismoun refuerzoextrade las defensas a través de complementos vitamínicos específicos para ello; de hecho, existen varios nutrientes que resultan especialmente beneficiosos. Por ejemplo, la lactoferrina1,2,3, una proteína que se une a los iones de hierro y favorece el crecimiento de las bacterias probióticas beneficiosas para el sistema inmunitario. También ayudan a la puesta a punto del sistema inmune los famosos probióticos4, que contienenmicroorganismos vivos cuyo fin es mantener o mejorar las bacterias ‘buenas’ (microbiota normal) del cuerpo. Del mismo modo, las vitaminas C y D y minerales como el selenio y el zinc, a dosis efectivas, contribuyen al funcionamiento adecuado del sistema inmunitario en todos sus niveles de defensas. Por su parte, las Referencias bibliográficas: 1 Actor JK et al. Lactoferrin as a natural immune modulator. Curr Pharm Des; 15(17):1956-1973 (2009). 2 Berlutti Fetal. Antiviral properties of lactoferrin-Anatural immunitymolecule. Molecules; 16:6992-7018 (2011). 3 Lang Jet al. lnhibition of SARS Pseudovirus cell entry by lactoferrin binding to heparan sulfate proteoglicans. PLoS One; 6(8):e2371 O (2011). 4 West NP et al. Probiotic supplementation for respiratory andgastrointestinal illness symptoms in healthy physically active individual. Clin Nutr;33(4):581587 (2014).
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