Ante la llegada de un hijo, todas las madres pasan por los mismos acontecimientos biológicos básicos (un parto vaginal o una cesárea), lo que cambia es el impacto del acontecimiento, que se convierte en único no solo por los procedimientos médicos que pueden ocurrir durante el evento, o la falta de ...
Ante la llegada de un hijo, todas las madres pasan por los mismos acontecimientos biológicos básicos (un parto vaginal o una cesárea), lo que cambia es el impacto del acontecimiento, que se convierte en único no solo por los procedimientos médicos que pueden ocurrir durante el evento, o la falta de ellos, sino también por sentimientos y circunstancias menos cuantificables, exclusivos de la mujer.
El trauma del parto puede ser consecuencia tanto de complicaciones físicas como de angustia psicológica. Suele surgir cuando las madres se sienten desamparadas, ignoradas o fuera de control durante el parto. Las investigaciones indican que una de cada tres madres considera traumática la experiencia del parto y alrededor del 4% desarrolla trastorno de estrés postraumático (TEPT). Este trauma puede provocar agotamiento, tensión emocional y una recuperación física prolongada.
Investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad de Lincoln de Pensilvania (EEUU) han observado que estas experiencias de parto también pueden afectar la lactancia materna. "Mi investigación ha descubierto que las madres que se sintieron satisfechas con la atención médica recibida y percibieron su experiencia de parto de manera positiva tenían más probabilidades de amamantar a sus hijos durante un largo período de tiempo, frente a aquellas que experimentaron angustia o insatisfacción durante el parto", según señaló Valentina Sclafani, profesora titular de Psicología del Desarrollo de la citada Universidad.
Estrategias que pueden ayudar
Ante este tipo de situaciones, dichos investigadores proponen una serie de estrategias, siendo una de ellas es la atención basada en el trauma : un enfoque que permita a los profesionales sanitarios comprender y reconocer el impacto del trauma en el bienestar de una persona.
En lugar de centrarse únicamente en los aspectos físicos de la atención posparto, estos profesionales también tienen en cuenta los desafíos emocionales y psicológicos que pueden enfrentar sus pacientes, garantizando que las madres se sienten apoyadas y comprendidas.
Las nuevas madres que han experimentado un parto traumático van a requerir recibir atención adaptada a las cicatrices emocionales de sus experiencias traumáticas, asegurándose de que se sientan realmente apoyadas y comprendidas.
Por otra parte, la ayuda práctica de los asesores de lactancia puede ayudar a resolver problemas que pueden surgir en torno a la lactancia y hacer, de ese modo, que sea menos estresante. Por último, una red sólida de parejas, familiares y amigos puede brindar tranquilidad y asistencia práctica, creando un entorno en el que las madres se sientan empoderadas para abordar la lactancia y la recuperación.
"Establecer si las experiencias negativas del parto en general pueden afectar los métodos de alimentación infantil podría ser un factor clave para mejorar las tasas de lactancia materna. En ese caso, los responsables sanitarios podrían plantear ampliar su enfoque de apoyo a la alimentación a todas las mujeres que perciben su experiencia de parto como negativa, independientemente del estado de la intervención", según concluyen los investigadores.