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En general, empiezan a notarse los cambios cutáneos que indican que nos encontramos ante una piel senil a partir de los 70 años, aunque todo depende de los cuidados que haya tenido la persona y/o de otras dolencias que pueda estar sufriendo. Por supuesto, el estilo o hábitos de vida que haya llevado también son determinantes, así como factores genéticos y la exposición solar a lo largo de la vida.
¿Qué aspectos caracterizan una piel senil?
Pérdida de elasticidad y aumento de la flacidez, en el que las fibras de colágeno y elastina pierden su propia función de estructura y tensión.
Aumento de la sequedad de la piel, ya que las glándulas sebáceas y sudoríparas no segregan tanta grasa ni sudor, y tampoco se segregan otros como el factor de hidratación natural.
Aumentan las arrugas, no solo las de expresión, sino también las más profundas, que marcan los cambios faciales y corporales. De hecho, los cambios de volúmenes y la pérdida de flacidez de la piel hace que la arruga sea más parecida a una verdadera cicatriz o pliegue.
Aumentan las manchas debido al acumulo solar y también aumentan las irregularidades del tono de la piel. Es uno de los principales síntomas de una piel envejecida, no solo en el aspecto interno, sino una expresión del propio aspecto externo.
La piel se torna más fina, más frágil, con mucha más tendencia a lesionarse o romperse.Al ser más fina, es más fácil que se vean las venas o capilares, apareciendo arañas vasculares o telangiectasias, y también se denota una piel que se ve más rosada por transparencia
Disminuye la regeneración y reparación celular, las células muertas no se disgregan fácilmente, disminuye la capacidad de renovación, la piel se ve más rugosa y apagada, además de disminuir la cicatrización cutánea.
A tener en cuenta
Uno de los problemas más importantes es la fragilidad: la piel se vuelve más frágil y necesita unos cuidados más delicados. Uno de ellos es la hidratación: si la piel es más seca, a su vez es más sensible, por lo que debemos ser más exigentes en el momento de hidratar la piel. Es necesario usar cremas con menos contenido de ingredientes artificiales o alergénicos y más alto en componentes ricos, como puede ser la glicerina, ceramidas, aceites naturales y ácido hialurónico. Es importante que las cremas sean más emolientes y oclusivas para preservar la pérdida de contenido hídrico en la piel. Tampoco hay que olvidarse el protector solar, ya que la piel senil suele haber tenido un mayor acúmulo de sol, que puede acelerar el envejecimiento, la aparición de lentigos seniles y aumentar el riesgo de cáncer de piel. En cualquier caso, hay que cuidar la piel de forma suave, pues es más frágil, fina y más propensa a lesionarse o irritarse. En este aspecto, debemos tener máximo cuidado con los tratamientos agresivos, como por ejemplo las exfoliaciones físicas, siendo preferibles las enzimáticas. Y tener especial cuidado con los limpiadores, que pueden provocar una pérdida de los lípidos naturales de la piel, que ya son escasos.
Con todo, a la hora de elegir los productos, hay que tener en cuenta que mantengan el PH natural de la piel. Usar productos nutritivos y antioxidantes que eviten el daño oxidativo y promocionen la renovación celular, como pueden ser los retinoides, aunque se debe tener en cuenta las concentraciones de estos activos para evitar una posible irritación cutánea. Se pueden usar del mismo modo productos exfoliantes con enzimas, que suelen ser mucho más suaves, como podría ser con papaína y ligeramente queratolíticos.
En esta línea, aunque las manchas y los lentigos oscuros son muy frecuentes en las personas mayores, se pueden tratar siempre y cuando los productos usados no sean muy agresivos, como la niacinamida o el ácido kójico, suspendiendo inmediatamente el tratamiento si la piel se irrita. Estas manchas deberían ser controladas por el dermatólogo regularmente.
Se recomienda también realizar masajes para estimular la microcirculación cutánea, ayudando a que los nutrientes sanguíneos lleguen mejor a la piel y se pueda oxigenar mejor. Y controlar las heridas cutáneas, que son más difíciles de cicatrizar, haciendo que sean más propensas a las infecciones, por lo que es importante mantenerlas limpias, secas y, si es necesario, cubrirlas para evitar el roce de la herida.
Principales cuidados
Hidratación
Es importante la constante e intensa hidratación. Es por ello que deberíamos usar cremas con ingredientes muy humectantes, nutritivos y oclusivos, como ácido hialurónico, ceramidas, ácidos grasos o glicerina. Es aconsejable hidratar la piel de todo el cuerpo dos veces al día, al despertarse y antes de acostarse.
A la hora de aplicar los productos, es preferible hacerlo a capas ligeras e ir añadiéndolas poco a poco a poner una capa demasiado gruesa para evitar la sensación de piel grasa. Así, se mejora también la absorción y la eficacia de los cosméticos. Por ejemplo, poner geles o sérums de forma delicada y masajeándolos. Ir aplicando en diferentes capas. Al aplicar las cremas, este masaje ayudará a mejorar la circulación, mejorando a su vez el aporte de nutrientes en la piel.
Y es muy importante no dejar de beber: uno de los primeros problemas en los ancianos es la pérdida de la sed, siendo por ello aconsejable marcarles regularmente el momento de beber agua.
Protección solar
Es conveniente resguardarse del sol, no solo por el peligro de los UV, sino también por el exceso de temperatura, que puede provocar deshidratación. Y no debemos olvidar el filtro solar, preferiblemente físico y en una densidad ligera.
Higiene
La higiene es fundamental para evitar las infecciones, pero es importante no usar agua muy caliente, que provoca la fusión de los lípidos y aumenta la sequedad de la piel. No hay que usar detergentes muy agresivos, evitando los sulfatos, así como los exfoliantes abrasivos, ya que la piel es más frágil y se pueden ocasionar heridas. Al secar la piel se debe tener cuidado de no irritarla, con toallas suaves y siempre a toques más que arrastrando. Las duchas deben durar un máximo de 10 minutos.
Cuidado con roce
Se recomienda el uso de ropa suelta, en tejidos de algodón o naturales preferentemente a los sintéticos, que no rasquen. Si la persona tiene movilidad reducida, se debe ir moviendo para evitar la aparición de úlceras y limpiar la piel con mucho cuidado, siempre secándola totalmente.
Frente a heridas
Es muy importante cuidarlas, cubriéndolas y protegiéndolas. Hay que tener en cuenta que la piel senil cicatriza mucho más lentamente.
Hábitos saludables
La dieta de las personas mayores debe incluir alimentos frescos, ricos en antioxidantes y ácidos grasos omega 3. Asimismo, es aconsejable añadir suplementos nutricionales, como colágeno, elastina, quercetina, ácido hialurónico y zinc para mejorar la elasticidad de la piel.
Evitar fumar y beber alcohol, pues son dos hábitos dañinos que aceleran el envejecimiento cutáneo y hacen disminuir la oxigenación de la piel. También es recomendable mantener el ambiente de la estancia húmedo, especialmente en invierno, cuando la calefacción tiende a secar el ambiente.
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