La `Guía Práctica para Padres´ presenta las claves para el cuidado del bebé en los primeros meses de vida
La llegada de un recién nacido supone una revolución en el hogar. Pero, aunque vienen sin libro de instrucciones, poco a poco los padres irán aprendiendo a satisfacer las muchas necesidades del pequeño.
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<p>La llegada de un recién nacido supone una pequeña gran revolución. El nuevo miembro de la familia altera por completo la vida cotidiana y la organización del núcleo del hogar. Si ya de por sí los primeros días de un bebé no son fáciles para los padres, que se enfrentan a la falta de sueño, al cansancio perenne y a la escasez total de tiempo, hay que añadir que la madre transita por un periodo de importantes cambios físicos y psicológicos y a la dolorosa recuperación posparto. </p>
<p>Sin embargo, como la mayoría de los aspectos de la vida, se trata de un proceso de adaptación. Poco a poco los nuevos progenitores empiezan a conocer a su hijo y, a la vez, aprenden a reconocer sus necesidades y a arreglárselas para que todo resulte más sencillo. Y cuentan con la farmacia, espacio al que pueden acudir en cualquier momento a realizar consultas, resolver dudas y abastecerse de los productos necesarios para su cuidado. </p>
<p><strong>Los primeros cuidados</strong></p>
<p>En su `Guía Práctica para Padres´, un completo libro de consulta que informa en detalle sobre aspectos relacionados con el desarrollo y cuidado del niño desde el embarazo hasta los tres años, la Asociación Española de Pediatría (AEP) explica que el periodo neonatal comprende los primeros 28 días de vida del bebé. En la mayoría de casos, el recién nacido pierde alrededor del 10 % de su peso al nacer y lo recupera aproximadamente a los 14 días. Lo ideal es que el bebé aumente de 20 a 40 gramos diarios, ya que esto demuestra que recibe una buena alimentación. Durante los tres primeros meses de vida, el pequeño ganará unos 900 gramos al mes y crecerá aproximadamente 3,5 centímetros mensuales. Más adelante, de los cuatro a los seis meses, su peso aumentará unos 500 gramos y crecerá dos centímetros al mes. </p>
<p>Además de estos aspectos que el pediatra irá siguiendo en cada revisión, la AEP hace hincapié en un aspecto muy importante, y es que<em> "durante las primeras semanas, el bebé no distingue entre el día y la noche, por lo que puede realizar sus necesidades, tener hambre o llorar en cualquier momento, dificultando así el descanso de los padres".</em> Por este motivo, señalan los expertos,<em> "deberéis amoldaros a él y conviene que la madre aproveche al máximo las horas de sueño del niño para dormir, ya que no podrá hacerlo de un tirón por la noche". </em></p>
<p>En suma, es recomendable en esta primera etapa dejar para mañana lo que no se pueda hacer hoy. Ya habrá tiempo para dedicarse a las tareas de la casa y recibir visitas de amigos y familiares. </p>
<p>En cuanto a los cuidados específicos que requiere el recién nacido en sus primeros días, el primero es la cura del cordón umbilical. Es necesario mantenerlo seco y limpiarlo con agua y jabón al menos una vez al día, tras lo cual hay aclarar y secar bien para prevenir infecciones. Hay que mantener la higiene del cordón hasta el cierre completo de la piel, dos o tres días después de su caída (5-15 días), y siempre debe estar al descubierto, dejándolo fuera del pañal. El mal olor, el enrojecimiento de la piel, la inflamación de la zona o secreción purulenta pueden indicar infección. Por otro lado, la hora del baño puede resultar una estupenda oportunidad para crear un vínculo afectivo con el recién llegado. Los pediatras explican al respecto que no es necesario que sea diario, aunque sí es recomendable. Eso sí, no es preciso usar jabones todos los días, pero si se utilizan que sean de Ph neutro. Para que el proceso sea óptimo, es aconsejable llenar la bañera unos 15-20 centímetros de agua caliente (36º/37º), comprobando la temperatura con el dorso de la mano o codo. La temperatura ambiental debe ser cálida, alrededor de 24º, y evitar corrientes de aire. Una vez acabado, secar bien, insistiendo en las zonas de pliegues (cuello, axilas e ingles) y aplicar crema hidratante realizando un masaje que suele resultarles muy agradable. Asimismo, no se aconseja el uso de colonias directamente en la piel del bebé, solo sobre la ropa. Para los oídos debe utilizarse una toallita húmeda solo por el pabellón auricular, nunca introducir bastoncillos. Los ojos, por su parte, se limpiarán siempre que sea necesario con gasas y suero fisiológico arrastrando la secreción de dentro hacia afuera y usando una gasa para cada ojo. En el caso de las uñas, no se recomienda cortarlas antes del primer mes. Limar si fuese necesario sí, pero siempre con muchísimo cuidado. Y, por último, si bien no menos importante, el cambio de pañal. Hay que prestar especial atención a la higiene de las niñas; siempre se realizará de arriba hacia abajo para evitar que pasen restos de heces a la vía urinaria.</p>
<p>Asimismo, ha de evitarse el uso de toallas con alcohol, productos perfumados y talco, tal y como aconsejan los expertos. También existen toallitas especiales de recién nacido que pueden ayudar en esta primera etapa. Tampoco es necesario utilizar cremas rutinariamente. Para evitar irritaciones, lo mejor es cambiar enseguida al bebé en cuanto tengan deposiciones o estén mojados. Pero si aun así aparece una zona muy irritada, el pediatra prescribirá el tratamiento más adecuado. Alimentación: la lactancia exclusiva </p>
<p>El primer año de la vida es el periodo en el que más rápidamente crece el niño y durante el cual tiene más importancia asegurar una alimentación adecuada. No solo es importante ofrecer al bebé el mejor alimento posible en cada momento, sino que, además, se van a introducir por vez primera un conjunto de nuevos alimentos y se van establecer sus hábitos alimenticios. Estos serán la base de su crecimiento y desarrollo posterior, y de la salud a lo largo de toda su vida. Como recuerda la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPED), la leche materna es el alimento ideal para el lactante. De hecho, durante los primeros seis meses de vida, un niño no necesita nada más que leche. A partir de esa edad, es conveniente comenzar la introducción de otros alimentos, continuando con la lactancia materna, para completar la alimentación y satisfacer sus necesidades nutritivas.</p>
<p>Hasta el primer año de edad, la leche constituye su alimento principal, por lo que puede ser preferible ofrecerle el pecho antes que el resto de los alimentos para asegurarnos que toma la leche que necesita. </p>
<p>Cuando la lactancia se prolonga a partir de esa edad, la leche materna puede continuar siendo una parte importante de su alimentación. Los niños que toman leche artificial no deben tomar otro tipo de alimentos antes de los seis meses.</p>
<p>¿Por qué amamantar? La leche materna es el mejor alimento que una madre puede ofrecer a su bebé. Proporciona una óptima y sana nutrición, se digiere fácilmente y protege frente a</p>
<p>numerosas enfermedades. Además, el vínculo afectivo que se establece entre la madre y su bebé constituye una experiencia especial, singular e intensa. Es más, existen sólidas bases científicas que demuestran que la lactancia materna es beneficiosa para el bebé y para la madre.</p>
<p>Los niños alimentados con leche materna padecen menos catarros, bronquiolitis, neumonía, diarreas, otitis, meningitis, infecciones de orina, enterocolitis necrotizante y síndrome de muerte súbita del lactante. La lactancia también reduce en el futuro la posibilidad de padecer asma, alergia, obesidad, diabetes, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa y arterioesclerosis o infarto de miocardio. Por todas estas razones, diversas organizaciones, como la Organización Mundial de la Salud, la Academia Americana de Pediatría, y el Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría, entre muchas otras, recomiendan la alimentación exclusiva del pecho durante los primeros seis meses de la vida del bebé, y continuar dando el pecho junto con las comidas complementarias adecuadas hasta los dos años de edad o más. Se recomienda iniciar la lactancia lo antes posible, tanto si el parto ha sido vaginal como por cesárea, pues así se favorecerá el aumento de peso del bebé, así como la recuperación de la madre, al hacer que el útero se contraiga más rápidamente.</p>
<p>Durante los primeros días, la AEPED destaca que es necesario amamantar con frecuencia, unas ocho a 12 veces en 24 horas. Se puede ofrecer el pecho tan pronto como se observe que el niño está dispuesto a mamar (con movimientos de la boca buscando el pezón, hociqueo...) sin esperar a que tenga que llorar para pedir el pecho, pues el llanto es un signo tardío de hambre. Ahora bien, no es recomendable contar los minutos ni limitar la duración de la toma, porque esto puede impedir que el niño tome la leche que necesita. Cada bebé tiene su propio ritmo.<em> "Amamanta sin horarios, olvídate del reloj y dale el pecho cada vez que lo pida"</em>, reafirman los pediatras. </p>
<p><strong>Introducción de alimentos </strong></p>
<p><strong>Marta Gómez Fernández-Vegue</strong>,<em> del Comité de Lactancia Materna y del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría</em>, recoge las recomendaciones más importantes a tener sobre la alimentación complementaria (AC) en otra guía para padres. En los últimos años las indicaciones han cambiado numerosas veces, pero la pediatra es resumir de forma general la evidencia científica disponible en la actualidad sobre la AC. La primera cuestión es ¿cuándo empezar? Como ya hemos mencionado, se aconseja mantener la lactancia materna de forma exclusiva durante los seis primeros meses de edad y, a partir de ese momento, añadir de forma paulatina el resto de los alimentos, manteniendo la LM a demanda todo el tiempo que madre e hijo deseen. En lactantes no amamantados, en cambio, no hay un claro consenso en la literatura científica acerca del mejor momento. La alimentación se puede introducir entre el cuarto y el sexto mes, y es adecuado esperar a que el lactante presente signos de que ya está listo para comenzar. </p>
<p>Se considera que un bebé está preparado cuando adquiere las destrezas psicomotoras que permiten manejar y tragar de forma segura los alimentos. Como cualquier otro hito del desarrollo, no todos los niños lo van a adquirir al mismo tiempo, aunque en general estos cambios suelen ocurrir en torno al medio año, cuando presentan un un interés activo por la comida, desaparece el reflejo de extrusión (expulsión de alimentos no líquidos con la lengua), son capaces de coger comida con la mano y llevarla a la boca y mantienen la postura de sedestación con apoyo.</p>
<p>Otra duda es qué alimentos utilizar. En este sentido, la especialista reconoce que las pautas varían mucho entre regiones y culturas. Con lo cual, no se deben dar "instrucciones" rígidas. No hay alimentos mejores que otros para empezar, aunque se recomienda ofrecer de manera prioritaria alimentos ricos en hierro y zinc. Asimismo, es conveniente introducir los alimentos de uno en uno, con intervalos de unos días, para observar la tolerancia y la aceptación y no añadirles sal, azúcar ni edulcorantes, para que el bebé se acostumbre a los sabores naturales de los alimentos. </p>
<p><strong>Crecimiento físico: desarrollo psicomotor y afectivo </strong></p>
<p>Cada bebé es único y, por tanto, su crecimiento y desarrollo también lo es. Todos los bebés siguen el mismo orden en su evolución, pero cada uno lleva su ritmo. Cuando los pediatras hablan del `desarrollo´ se refieren a los progresos que hacen a través del tiempo. El bebé recién nacido no tiene nada que ver con el niño de un año que dice sus primeras palabras y da sus primeros pasos, o con el niño de tres años que es capaz de comer solo, vestirse con muy poca ayuda y utilizar el lenguaje para comunicarse.</p>
<p>La mejor estimulación para el desarrollo del bebé siempre son sus padres. El contacto físico, la relación piel con piel, la mirada mutua, hablarle, sonreírle, alzarle..., eso sí, siguiendo su ritmo y estando atentos a sus señales de cansancio.<em> "El objetivo es disfrutar mutuamente y no que sea más precoz en sus adquisiciones. No esperéis que, por muchos juguetes que tenga, el bebé se entretenga solo. Los mejores juguetes de un niño son sus padres. Todo lo demás son simples instrumentos que vosotros empleáis en la interacción con vuestro hijo"</em>, subrayan desde la AEPED. E igualmente, para crecer adecuadamente, tanto física como emocionalmente, los bebés necesitan ser queridos y consolados.<em> "No basta con que vosotros sepáis que le queréis. Los bebés necesitan sentirlo. Y es a través de su cuerpo como lo perciben, cuando atendéis con prontitud a sus necesidades básicas y cuando lo mantenéis en contacto con vosotros (las mochilas, bandoleras o pañuelos son una ayuda casi imprescindible en los primeros meses)"</em>, advierten los pediatras. Es fundamental atender las necesidades afectivas de los bebés y niños en los primeros años de su vida. Eso también es una parte esencial de los cuidados de la criatura, ya que condicionará el progreso de su personalidad, de su afectividad y su desarrollo cognitivo. </p>
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