Hay docenas de factores que pueden influir en el sistema inmunitario y su capacidad para protegerse de amenazas como el resfriado común, la gripe u otras infecciones víricas. Dormir lo suficiente y evitar el estrés son factores importantes, pero también hay otros que influyen de forma significativa. Dos de los ...
Hay docenas de factores que pueden influir en el sistema inmunitario y su capacidad para protegerse de amenazas como el resfriado común, la gripe u otras infecciones víricas. Dormir lo suficiente y evitar el estrés son factores importantes, pero también hay otros que influyen de forma significativa. Dos de los factores que encabezan la lista y que pueden determinar el funcionamiento del sistema inmunitario son la vitamina D y el selenio.
Obtenemos ambos micronutrientes de nuestra dieta, pero las cantidades suelen ser limitadas. La vitamina D se encuentra en el pescado azul y en las yemas de huevo, pero nuestra principal fuente de vitamina D es la exposición al sol. Los rayos UV nos permiten sintetizar la vitamina en nuestra piel. Muchas personas no se exponen lo suficiente al sol, lo que es un factor limitante. El selenio, que obtenemos principalmente de alimentos como los frutos secos, los cereales integrales, las vísceras y el marisco, también es bastante escaso en la cadena alimentaria y muchas personas en España no obtienen suficiente. Esto se debe a que el contenido de selenio en la mayor parte de las tierras agrícolas de toda Europa contiene muy poco de este mineral esencial.
Mantener bajo control los ataques inmunológicos
Tanto la vitamina D como el selenio tienen funciones cruciales relacionadas con la salud inmunológica. Una de las cosas más importantes para el funcionamiento adecuado del sistema inmunológico es que éste sea capaz de controlar sus ataques. Debe atacar con rapidez y eficacia, pero una vez derrotado el culpable, debe detener el ataque inmunológico. Si estos ataques se prolongan y se vuelven "sobreacelerados", pueden causar daños. Aquí es donde entra en escena la vitamina D. Ayuda a regular el sistema inmunológico y a mantener los ataques bajo control, para que no duren más de lo necesario.
Un buen ejemplo de una respuesta inmunológica exagerada se observa en las infecciones respiratorias, cuando el sistema inmunológico lanza ataques inflamatorios que apuntan al virus que causa la infección. Si esta respuesta inflamatoria, que es esencialmente una herramienta útil, se vuelve crónica, puede dañar el tejido pulmonar. Esto es lo que vemos en pacientes con síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), donde el ataque inmunológico descontrolado daña el tejido pulmonar sano.
Por lo tanto, es muy importante tener suficiente vitamina D en la sangre para garantizar que el sistema inmunitario funcione normalmente y no comience a atacar al cuerpo en lo que se conoce como una reacción autoinmune.
Como una navaja suiza
El selenio también desempeña un papel clave en el funcionamiento adecuado del sistema inmunológico. Apoya a las enzimas antioxidantes como la glutatión peroxidasa (GPX) que protegen las células del daño oxidativo. Además, regula las células inmunitarias, incluidas las células T, y potencia la respuesta del cuerpo a las infecciones. Al igual que la vitamina D, el selenio también ayuda a modular las respuestas inflamatorias, evitando así ataques inflamatorios excesivos. E incluso hay estudios que demuestran que el selenio evita que los virus muten y se vuelvan mucho más peligrosos. El selenio es como una navaja suiza de diferentes funciones.
Por lo tanto, si carece de vitamina D y selenio, pone a su defensa inmunológica en desventaja. La buena noticia es que es fácil garantizar una ingesta adecuada de ambos nutrientes tomando complementos. Los principales expertos afirman que la ingesta diaria de selenio idealmente debería rondar los 100-125 microgramos, que es más del triple de la cantidad que se encuentra en una dieta promedio.
Elige complementos de calidad comprobada
En el caso de la vitamina D, la cosa es un poco más complicada, porque hay muchos factores que pueden afectar a la absorción y utilización de este nutriente por parte del organismo. Lo mejor es hacerse un análisis de sangre para determinar los niveles de vitamina D en sangre. El nivel ideal de vitamina D en sangre debería rondar los 75 nmol/L (75 nanomoles por litro de sangre) o ser superior. Algunos médicos y expertos recomiendan 100 nmol/L. Sorprendentemente, muchas personas, incluso en poblaciones que viven en zonas soleadas del mundo como España y Portugal, tienen deficiencia de vitamina D o niveles insuficientes de este nutriente.
A la hora de elegir un complemento, es imprescindible elegir marcas documentadas que tengan una buena absorción y biodisponibilidad de su contenido activo. Esta es la única forma de garantizar que los complementos funcionen como se espera.