Todos tenemos microbiotas diferentes, lo importante es el equilibrio

NutriCOFM, este martes, dedicó una sesión a la microbiota intestinal y probióticos: estrategias para una recomendación eficaz en la farmacia, de la mano de la farmacéutica María José Cachafeiro, presentada por Raquel Aguado, vocal de Dermofarmacia del COFM, y patrocinado por ALFASIGMA.

Cachafeiro se autodefinió como farmacéutica y friki de la microbiota. Destacó que casi la mitad de los nuevos estudiantes de nutrición son farmacéuticos. Es decir, "hay muchos compañeros que están apostando por volver a la Universidad por la importancia de la nutrición en la farmacia". Habló de la microbiota intestinal, de las claves para recomendar probióticos en la farmacia para aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes, con estrategias basadas en la evidencia científica y en la calidad del producto. Admitió que con el día a día muchas veces no hay tiempo de hacer un repaso exhaustivo a todo lo que se presenta.

"Además de los antibióticos, quiero comentar algunos medicamentos de uso muy frecuente en la farmacia que afectan a la microbiota", adelantó. Remarcó que, cuando se habla de la microbiota, "lo importante es el equilibrio". Todos tenemos microbiotas diferentes. Respecto a la microbiota digestiva, a lo largo del tubo digestivo va cambiando. La microbiota se adapta al entorno en el que vive. El pH es uno de los factores que la modifica. En el estómago, el pH es muy ácido. Otros son el oxígeno, la velocidad de tránsito, los nutrientes y el sistema inmunológico.

La importancia de la microbiota intestinal es "toda", en la digestión y en la síntesis de los nutrientes. Igualmente, tiene impacto en el sistema inmunológico, en la salud mental y en las enfermedades metabólicas. Cuando el sistema inmune tiene poca tolerancia, surgen alergias y otras patologías. Cada vez hay más estudios que relacionan el estrés y la ansiedad con la microbiota intestinal.

La experiencia de Cachafeiro con los probióticos es que la gente cree que "valen para todo". Le gusta explicarlo, para que la gente entienda mejor lo que es. Recomendó revisar todo con detalle. A los probióticos hay que llamarles por nombres y apellidos. Insistió en la necesidad de la formación continua, la identificación de las cepas y los estudios clínicos. Avisó de que "hay funciones de algunas cepas que no son atribuibles a toda la especie". Hay que seleccionar los estudios que tengan una fiabilidad y poder valorar. Los probióticos son muy seguros, interaccionan con muy pocas cosas, pero hay que saberlo. Hay que escuchar al paciente, y adaptarse a sus preferencias. Hay que hablar de los beneficios específicos. La comunicación depende de las dos personas, pero hay que asegurarse de que el paciente ha entendido el mensaje y manejar las expectativas. Asimismo, "hay que aclarar preguntas comunes". Hemos pasado a tener personas súper-suplementadas. Advirtió de que hay que tener cuidado con los inmunosupresores y ver qué pueden tomar y qué no las personas con quimioterapia.

¿Cuándo recomendar probióticos? Muchas veces, un farmacéutico se autolimita porque piensa que se repite mucho. "Nuestro trabajo es dar el mejor consejo y la mejor recomendación a nuestro paciente. Yo lo voy a contar", alegó. En principio, hay que dar explicaciones, lo más resumidas posibles. El caso en el que todos dan un probiótico es el de la diarrea inducida por antibióticos. Cada vez hay más cepas con estudios. S. thermophillus y B. animalis ssp. Lactis son dos de ellas. Y protegen de la resistencia de los antibióticos. Ciertas cepas ayudan a mejorar los síntomas del síndrome del intestino irritable como L. acidophilus y L. plantarum 299v. En estreñimiento crónico, la mayoría de los laxantes empeoran por lo que lo suyo es complementar con probióticos como L. reuteri, L. cassei y B. lactis. En la diarrea del viajero, que se produce por tomar una bebida o un alimento al que el cuerpo no está acostumbrado; S. boulardii, B. bifidum y L. rhamnosus GG.