La ´alimentación restringida´, una intervención práctica y de bajo costo para mejorar la salud cardiometabólica

El síndrome metabólico es conocido como un conjunto de afecciones médicas que pueden provocar enfermedades cardíacas, diabetes y accidentes cerebrovasculares. Los factores de riesgo que contribuyen a dicho síndrome incluyen niveles elevados de azúcar en sangre, presión arterial alta y colesterol alto, entre otros.

"El síndrome metabólico, especialmente cuando se combina con prediabetes, representa un punto crítico en el que el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y enfermedades cardíacas aumenta considerablemente", según la Dra. Pam Taub, profesora de medicina en la Facultad de Medicina de la UC San Diego y coautora de un estudio que constata cómo una forma de ayuno intermitente podría mejorar la salud de los pacientes diagnosticados con síndrome metabólico y con prediabetes.

El trabajo, publicado en ´Annals of Internal Medicine´, demostró con la denominada ´alimentación restringida´ mejoras significativas en los marcadores clave de la salud cardiometabólica, incluidos el azúcar en sangre y el colesterol, y niveles más bajos de hemoglobina A1c, un marcador del control del azúcar en sangre a largo plazo. 

Estudio pionero

El estudio TIMET es pionero en evaluar los beneficios de un programa de alimentación personalizado y restringido en el tiempo en pacientes que toman medicación para el síndrome metabólico. Dicho estudio se suma a un creciente conjunto de evidencias que respaldan el uso de la alimentación restringida en el tiempo como una intervención práctica y de bajo costo para mejorar la salud cardiometabólica.

Dicha intervención consiste en consumir todas las calorías dentro de un período constante de 8- 10 horas y permite a las personas comer de una manera que favorece sus ritmos circadianos y su salud. Según los investigadores, "se trata de una forma de estilo de vida práctica y eficaz que mejora modestamente la regulación glucémica y puede tener beneficios más amplios para la salud cardiometabólica en adultos con síndrome metabólico, además de la farmacoterapia habitual y el asesoramiento nutricional".

En el ensayo realizado al respecto, 108 pacientes adultos de UC San Diego Health con síndrome metabólico fueron asignados aleatoriamente a un grupo de alimentación con restricción horaria o a un grupo de control. Ambos grupos continuaron recibiendo tratamientos estándar y se sometieron a asesoramiento nutricional sobre la dieta mediterránea. Todos los participantes registraron sus comidas utilizando la aplicación móvil myCircadianClock , desarrollada en el Instituto Salk, que luego fue revisada por los investigadores del ensayo.

En el grupo de alimentación restringida en el tiempo, los protocolos se adaptaron a los hábitos alimentarios de cada participante, a sus horarios de sueño y vigilia y a sus compromisos personales. El régimen resultante hizo que cada persona redujera su ventana de alimentación a 10 horas por día, comenzando al menos una hora después de despertarse y terminando al menos tres horas antes de irse a dormir.  Después de tres meses, los pacientes que habían completado el régimen de alimentación con restricción de tiempo mostraron mejoras significativas en los indicadores clave de la salud cardíaca. La reducción fue similar en escala a la que se logra normalmente mediante intervenciones más intensivas del Programa Nacional de Prevención de la Diabetes.

La alimentación restringida en el tiempo también se asoció con una disminución del peso corporal, del índice de masa corporal (IMC) y de la grasa abdominal, un tipo de grasa estrechamente vinculada a las enfermedades metabólicas. Es importante destacar que los participantes no experimentaron ninguna pérdida significativa de masa muscular magra, que suele ser un problema cuando se pierde peso.

Los autores proponen recomendar esta intervención en el estilo de vida a los pacientes con síndrome metabólico como complemento a los tratamientos existentes, si bien consideran que se necesitan estudios adicionales a largo plazo para determinar si la alimentación restringida en el tiempo puede mantener estos beneficios y, en última instancia, reducir el riesgo de enfermedades crónicas.