Abordaje de la piel sensible: causas, síntomas y tratamiento

Más de la mitad de la población afirma tener la piel sensible, con síntomas como enrojecimiento, picor y propensión a la irritación. Analizamos esta piel tan frágil que necesita unos cuidados básicos para volver a sentirse bien.

05/06/2024

De un tiempo a esta parte parece que nuestra piel se haya vuelto más sensible o, al menos, ésta es la respuesta a la pregunta: ¿cómo definirías tu tipo de piel? Hay mucho de cierto en una respuesta afirmativa. Analizamos las causas. Por su contacto con el exterior, la piel recibe ...

De un tiempo a esta parte parece que nuestra piel se haya vuelto más sensible o, al menos, ésta es la respuesta a la pregunta: ¿cómo definirías tu tipo de piel? Hay mucho de cierto en una respuesta afirmativa. Analizamos las causas.

Por su contacto con el exterior, la piel recibe a diario todo tipo de agresiones que le provocan desecamiento y disminuyen su capacidad de regeneración. Las pieles sensibles, como indica su clasificación, reaccionan rápida y mucho peor ante las agresiones que provoca el sol, el frío, el calor, la contaminación y también al abuso o mal uso de determinados cosméticos. 

A todo ello hay que añadir factores internos como la herencia genética, el estrés, los desarreglos hormonales, desequilibrios en la alimentación y la acción de ciertos medicamentos. Todos estos factores hacen que la piel se manifieste rápidamente con señales de alarma, como una mayor descamación, tirantez y escozor.

Afecciones comunes

Las pieles sensibles pueden catalogarse en pieles frágiles, intolerantes o reactivas. Estas son algunas de las afecciones más comunes que afectan a estos tipos de pieles.

  • Eccema. Puede darse tanto en la piel del rostro como en la de todo el cuerpo. Aparece en forma de lesiones cutáneas que muestran una gran descamación, rojeces y vesículas que supuran. Algunos eccemas se deben a la intolerancia a determinados componentes cosméticos (barras de labios, tintes para el cabello, perfumes, etc.).
  • Dermatitis atópica. Es la clase de eczema más severa y crónica (la que dura más), causando comezón e inflamación de la piel. Típicamente afecta las partes internas de los codos, tras las rodillas y la cara, pero también puede cubrir la mayor parte del cuerpo. Es una enfermedad muy común, que afecta, aproximadamente, a un 10% de la población. Las condiciones que pueden empeorar la dermatitis pueden ser la piel seca, irritantes alérgenos, tensión emocional, calor, sudor e infecciones.
  • Cuperosis. Se caracteriza por la aparición de pequeños vasos sanguíneos en las mejillas, nariz y mentón. Estos vasos se conocen como telangiectasias o arañas vasculares. Se ve agravada por los cambios climáticos y una alimentación inadecuada.
  • Dermatosis eritematoescamosas. Se distinguen por la descamación de la piel y por la aparición de rojeces. Dos de las más comunes son el eccema seborreico, producido por un aumento de la secreción de las glándulas sebáceas, y la psoriasis, que se caracteriza por una descamación abundante que se localiza preferentemente en las rodillas, codos y zona lumbar.
  • Rosácea. Es una enfermedad crónica de la piel que afecta generalmente la cara, causando enrojecimiento, inflamación, pequeños vasos sanguíneos visibles (telangiectasias) y, a veces, pápulas y pústulas. La rosácea puede ser desencadenada por varios factores, incluyendo la exposición al sol, el estrés, ciertos alimentos y cambios de temperatura.

Cuidados básicos para las pieles sensibles

  • Higiene. A la hora de limpiar la piel -con o sin maquillaje- es importante elegir productos no agresivos (mejor lociones o geles desmaquillantes muy suaves, no jabón), con propiedades calmantes y antiinflamatorias. Hay que retirar bien los limpiadores utilizados para que no queden restos que podrían irritar la piel.
  • Evitar el agua dura y calcárea. Algo tan aparentemente inocuo como puede ser el agua del grifo puede afectar en gran medida a las pieles sensibles. Así lo pone de manifiesto un estudio llevado a cabo en Francia y que confirma la acción negativa del agua rica en cal (agua dura) en las pieles más sensibles, pues puede perturbar su barrera epidérmica.
  • Uso de cosmética especial. El importante incremento de personas que declaran tener la piel sensible ha impulsado a las firmas de cosmética a desarrollar productos especiales destinados al cuidado de las pieles más frágiles. Principios activos como la urea, el alfa bisabolol, el dexpantenol y la vitamina E, ente otros, son muy indicados, puesto que descongestionan y calman la rojez, picor o irritación que pueda sentir la piel, devolviéndole su bienestar.
  • Protección solar. Los rayos ultravioletas inciden negativamente sobre la piel sensible. La protección solar es importante en todo tipo de piel, y más en el caso de las pieles sensibles.
  • Evitar productos con ingredientes que resequen la piel. Como nos recuerda Felipe Marín Nuñez, titular de Galileo Farma, "es esencial leer detenidamente las etiquetas de los productos de cuidado de la piel para evitar aplicar artículos que puedan resecar o irritarla aún más. Algunos ingredientes a evitar: alcoholes, fragancias añadidas, peróxido de benzoilo y ácido salicílico, hamamelis, tretinoína u otros retinoides o mentol, menta y aceite de eucalipto". Este experto recomienda probar los productos de cuidado de la piel y el maquillaje antes de aplicarlos en el rostro: "Si nunca se ha probado un producto, probarlo antes puede ayudar. Para ello lo recomendable es aplicar una pequeña cantidad cerca de la piel propensa a la rosácea (pero no sobre ella). Si irrita la piel (ardor, escozor, etc.) en un plazo de 72 horas, no debe utilizarse", advierte.

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Autor: IM Farmacias