Las personas que tienen un peso saludable usan más energía durante el día mientras que aquellas que tienen obesidad gastan más energía durante la noche, según se desprende de un estudio de la Oregon Health & Science University publicado en la revista ´Obesity´. El trabajo también encontró que durante el ...
Las personas que tienen un peso saludable usan más energía durante el día mientras que aquellas que tienen obesidad gastan más energía durante la noche, según se desprende de un estudio de la Oregon Health & Science University publicado en la revista ´Obesity´. El trabajo también encontró que durante el día, las personas con obesidad tienen niveles más altos de la hormona insulina, una señal de que el cuerpo está trabajando más para usar la glucosa. Cabe recordar que el sobrepeso o la obesidad aumentan el riesgo de padecer hipertensión y diabetes tipo 2, entre otras patologías.
Ha sido de gran interés averiguar los momentos en que nuestros cuerpos queman energía", señaló el primer autor del estudio, Andrew McHill, profesor asistente en la Escuela de Enfermería de OHSU y el Instituto de Ciencias de la Salud Ocupacional de OHSU, en Oregón (EEUU).
Según recuerdan los investigadores, al respecto, los horarios y las horas en que las personas duermen, comen y hacen ejercicio también pueden afectar a la salud, ya sea complementando o frente a los ritmos diarios naturales del organi. "Cada 24 horas, las personas experimentamos numerosos cambios desencadenados por el reloj interno del cuerpo humano. Estos cambios normalmente ocurren en ciertos momentos del día para satisfacer mejor las necesidades del organismo en un momento determinado".
Si bien investigaciones anteriores han sugerido que la desalineación del ritmo circadiano afecta el metabolismo energético y la regulación de la glucosa, el estudio actual pretendió comprobar si la obesidad afecta la variación circadiana en el metabolismo energético y de la glucosa en humanos.
Para ello, se involucró a participantes con un peso saludable. En concreto, un total de 30 personas se ofrecieron como voluntarias para participar en la investigación. Los participantes permanecieron en un laboratorio de investigación circadiano especialmente diseñado durante seis días. El estudio siguió un riguroso protocolo de investigación que incorporaba un horario diseñado para que los participantes estuvieran despiertos y dormidos a diferentes horas durante cada día.
Después de cada período de sueño, los voluntarios fueron despertados para comer y participar en una variedad de pruebas a lo largo del día. En una prueba, los participantes hicieron ejercicio mientras usaban una máscara conectada a una máquina llamada calorímetro indirecto, que mide el dióxido de carbono exhalado y ayuda a estimar el uso de energía. También se recogieron muestras de sangre para medir los niveles de glucosa en respuesta a una comida idéntica proporcionada cada día.
En aquellos con un peso saludable, el nadir circadiano del gasto energético, tanto durante el descanso como durante el ejercicio, se produjo cuando los participantes normalmente estarían dormidos. Sin embargo, en personas con obesidad, este parecía ocurrir durante el período habitual de vigilia. Las diferencias en la regulación de la glucosa también dependían de la fase circadiana, de modo que los participantes con obesidad parecían tener una intolerancia a la glucosa relativamente mayor durante el día circadiano y producían menos insulina durante la noche circadiana.
El equipo de investigación planea explorar los hábitos alimentarios y el hambre en personas obesas, así como en aquellas que tienen un peso saludable. Ese nuevo estudio también dará seguimiento a un estudio anterior, dirigido por Shea, que encontró que los relojes circadianos aumentan naturalmente los antojos de comida por la noche.