La seguridad del paciente no es otra cosa que velar por el correcto uso de los medicamentos, maximizando sus bene cios y reduciendo al mínimo los posibles riesgos. Si uno se para a pensar que cada proceso o cadena de procesos es siempre susceptible de errores, se dará cuenta de ...
La seguridad del paciente no es otra cosa que velar por el correcto uso de los medicamentos, maximizando sus bene cios y reduciendo al mínimo los posibles riesgos. Si uno se para a pensar que cada proceso o cadena de procesos es siempre susceptible de errores, se dará cuenta de la importancia que tiene fomentar una cultura de seguridad en la que se intente aprender de los errores y reducirlos al máximo, teniendo en cuenta que, al nal, detrás de cada paciente y cada patología hay una persona que lo está pasando mal, y espera siempre la mejor atención posible por parte de los profesionales sanitarios.
El aumento de la esperanza de vida lleva emparejado un incremento de la prevalencia de enfermedades crónicas y un importante aumento en las prescripciones de medicamentos, lo que da lugar a un aumento del consumo de fármacos para el tratamiento y la prevención de dichas enfermedades.
Optimización
La seguridad del paciente se traduce pues, en optimizar la calidad asistencial durante la prestación de los servicios sanitarios, tratando de reducir al máximo los potenciales errores e incidentes que puedan provocar una atención poco segura.
El farmacéutico tiene un papel activo en la seguridad del paciente lo sepa o no: trabaja con los pacientes y con sus medicamentos, los conoce, sabe qué patologías tienen, conoce a sus familiares y los ve casi a diario. Ello no indica que no sea necesario un papel aún más proactivo por parte del farmacéutico, y que este conozca la importancia y los riesgos a los que se puede someter un paciente. Conociendo los riesgos es más fácil poder prevenirlos, o bien actuar de una manera temprana. Lo importante es que los profesionales farmacéuticos sean conscientes de que estos errores pueden producirse en cualquier momento, y es necesario que estén preparados para ello. También es necesario que se disponga de un mayor número de herramientas para poder solucionarlos, porque sin herramientas para poder actuar, el profesional no tiene competencias.
En la práctica diaria se producen muchos errores que acaban con o sin daño al paciente, pero no siempre se toman medidas para subsanar que ese error pueda volver a producirse. Y hablar de errores no solamente supone detectar posibles errores en una prescripción médica, sino que puede implicar errores en la preparación de un Sistema Personalizado de Dosi cación, errores en la formulación de un medicamento individualizado o errores en la toma de la presión arterial en farmacia comunitaria. Errar es humano, y muchas veces los errores son errores latentes del sistema o de la cadena de procesos que son precipitados en última instancia por un profesional. Por ello, se debe poner el énfasis en la oportunidad de mejora y en optimizar el sistema, más allá de perseguir punitivamente a la persona que acabó precipitando el error en cuestión.
Para leer el artículo completo haz clic en la imagen principal o en el PDF adjunto