Desde el inicio de la pandemia, se ha establecido una relación directa entre el índice de masa corporal (IMC) y las complicaciones derivadas del Covid-19. Para decirlo claro: cuanto mayor es el exceso de peso de una persona, mayor la posibilidad de tener graves complicaciones durante la enfermedad causada por ...
Desde el inicio de la pandemia, se ha establecido una relación directa entre el índice de masa corporal (IMC) y las complicaciones derivadas del Covid-19. Para decirlo claro: cuanto mayor es el exceso de peso de una persona, mayor la posibilidad de tener graves complicaciones durante la enfermedad causada por el coronavirus. Es la conclusión que plantea un estudio publicado en 20201: los quilos de más pueden triplicar la tasa de mortalidad del Covid-19.
Expertos científicos han analizado la relación que se ha establecido precisamente entre el exceso de peso y los síntomas del coronavirus en los pacientes: se ha concluido que las personas con quilos de más son más vulnerables al SARS-CoV- 2 y tenían una mayor probabilidad de sufrir unas consecuencias más graves.
Por lo tanto, es crucial "prestar atención" y controlar el peso corporal. Es posible sin considerar que la comida es un enemigo sino más bien un aliado indispensable para vivir sanos, a largo plazo, de reducir el riesgo de muchas enfermedades y evitar tener que recurrir a los profesionales de la salud. Nos referimos a que es posible afrontar el tratamiento del sobrepeso y de la obesidad no insistiendo solamente en la reducción del peso sino reequilibrando los principales parámetros metabólicos a través de un enfoque sistémico y focalizado en el reequilibrio del metabolismo de la persona.
De hecho, se habla de "terapia del peso" porque se refiere, precisamente, al reequilibrio de los principales parámetros metabólicos, de la glucemia al metabolismo de las grasas y a la producción de citoquinas inflamatorias, a través de un planteamiento específico basado sobre tres momentos clave del metabolismo: fase de carga, fase de consumo y fase de drenaje.
Lo cierto es que se puede considerar que el peso es el resultado de:
- Lo que se ingiere con la alimentación: fase de carga;
- Lo que se consume con la termogénesis (lo que quema nuestro cuerpo) y con el movimiento: fase de consumo;
- Lo que se elimina a través de los tejidos: fase de drenaje
Los factores que intervienen en la regulación del peso corporal son muchos: algunos conocidos como la cantidad de energía introducida con la alimentación (calorías, el colesterol y los triglicéridos); otros menos conocidos, pero sin duda fundamentales, como el nivel de glucosa en sangre (glucemia) y su oscilación a lo largo del día.
El control de la glucemia, clave
Debemos poner el foco precisamente sobre la glucemia. Después de una comida, especialmente si es rica en carbohidratos, la concentración de glucosa en sangre aumenta. Este incremento de glucosa estimula el páncreas (importante glándula del aparato digestivo) y le lleva a segregar la "insulina" (hormona), que a través de la sangre llega a todos los tejidos del organismo.
La insulina tiene unas capacidades extraordinarias: favorece el uso de la glucosa por parte de todas las células del organismo devolviendo los niveles de glucosa a concentraciones normales; estimula la conservación del exceso de glucosa en forma de grasas, particularmente de triglicéridos, en el interior del tejido adiposo (lipogénesis); e, inhibe la mobilización de las grasas de los depósitos adiposos del cuerpo humano (lipólisis).
Es una hormona fundamental que, sin embargo, debe "gestionarse". De hecho, cuanto más abrupto sea el incremento de la glucosa después de comer, mayor será la liberación de insulina. Esto determina un descenso repetido de los niveles de glucosa que puede, incluso, llegar a valores inferiores a los del inicio, derivando en complicaciones importantes: gran parte de la glucosa se podría acumular en el tejido adiposo, en forma de grasas sin utilizarse o se podría llegar demasiado rápidamente a niveles bajos de glucemia constituyendo una situación de carencia de "gasolina" y, por lo tanto, generando sensación de apetito y la necesidad de volver a comer. Si el incremento de la glucemia es más lento, se libera una cantidad de insulina que determina la vuelta a los niveles normales.
Entonces, ¿por qué es fundamental actuar en la fase de "carga intestinal"?
Porque, mediante la regulación del pico glucémico se puede intervenir también sobre la respuesta de la insulina, elemento básico de la acumulación de las grasas. Actualmente, esto es posible gracias a las sustancias naturales.
Existen estudios clínicos y preclínicos 2,3,4,5 que confirman la eficacia de sistemas de sustancias naturales a base de macromoléculas de polisacáridos obtenidas de la celulosa, la opuntia, el glucomamano y los mucílagos del malvavisco, lino y tilo. Son sustancias que pueden ayudar a evitar un pico glucémico elevado después de la comida, manteniendo la concentración de la glucosa y la insulina en la sangre más constante, permitiendo un uso correcto de la glucosa por parte del organismo, evitando la acumulación de grasas en los adipocitos y controlando, con ello, las ganas de comer.
Actuar en la fase de consumo como "desbloqueo metabólico"
Normalmente, las reservas energéticas excesivas, o las que no consume el organismo, se depositan en el tejido adiposo, pero en condición de sobrepeso/obesidad esta situación tiende a crecer en volumen porque los adipocitos blancos aumentan en número y dimensión. El organismo y en particular estos adipocitos blancos, cuando no pueden gestionar el exceso de grasa, liberan ácidos grasos libres y citoquinas inflamatorias en la sangre. Esta situación deriva en un bloqueo funcional de la totalidad del tejido y en una situación de lipotoxicidad e inflamación que tiende a volverse sistémica provocando una reducción de la funcionalidad de otros órganos importantes que intervienen en el metabolismo como el hígado y el hipotálamo, en el que también tienen un rol relevante, además del tejido adiposo.
Por ello, es necesario actuar sobre los tres órganos involucrados para poder reactivar dicho metabolismo. Es posible si hacemos un enfoque sistémico basado en fundamentos científicos sólidos que han permitido identificar algunos complejos moleculares vegetales a base de procianidinas, ácidos clorogénicos, flavonolignanos y flavonoles del té verde, mate, cardo mariano y semillas de uva. Gracias a estas sustancias, se puede intervenir en la reactivación del metabolismo sistémico, actuando sobre los tres órganos consiguiendo un reequilibrio de su funcionalidad fisiológica.
El otro punto clave del metabolismo: el drenaje
Es evidente que otro de los puntos clave del metabolismo es la fase de drenaje. En realidad, la mayor parte de los casos de exceso de peso, especialmente en las mujeres, se acompaña de retención de líquidos o, lo que es lo mismo, de una acumulación de líquidos (proteínas y lípidos) en los tejidos que provoca hinchazón y edema. Esta condición se desencadena por la inflamación y un exceso de grasas en el tejido adiposo presente, sobre todo, cuando hay sobrepeso y obesidad. Ello deriva en una reducción de la funcionalidad tanto de los adipocitos, las células que forman el tejido adiposo, como de los capilares sanguíneos y linfáticos.
Por este motivo, la circulación linfática resulta menos eficiente en el tejido adiposo, tanto que genera una condición de estancamiento veno-linfática (formación de edemas) favorecida por la inmovilización de proteínas y lípicos que actúan como "pequeñas esponjas" que retienen líquido. Para solucionarlo, es necesario actuar con una acción drenante metabólica, es decir, a través de un drenaje no solo de líquidos sino también de las proteínas y los lípidos depositados en la matriz extracelular. La experiencia de uso en la práctica clínica y algunos estudios han confirmado que efectivamente existen complejos moleculares naturales a base de derivados del ácido hidroxicinámico, flavonoides, saponinas, esteroides del trigo sarraceno, rusco, vara de oro, ortosifón y diente de león pueden ser de ayuda6. Gracias a la acción combinada de estos sistemas de sustancias naturales, se garantiza una adecuada permeabilidad de los vasos linfáticos y venosos, una mejora de la contractilidad del vaso linfático y de la funcionalidad renal (diuresis).
Como ayuda adicional a la terapia del peso, no debemos olvidarnos de modificar de forma sustancial nuestro estilo de vida, centrándonos en reducir la circunferencia abdominal y una mayor actividad física, acompañado de una correcta alimentación7.
Asimismo, es posible intervenir sobre el control de nuestra alimentación incluyendo más fruta y verdura de temporada; bebiendo la cantidad correcta de líquido durante el día, al menos dos litros; procurando hacer un mínimo de 30 minutos de actividad física al día y adoptar hábitos culinarios correctos. Cuando se quiera perder peso, siempre es aconsejable contar con la ayuda y refuerzo de un profesional médico especializado.
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