Los bulos no son un invento moderno, pero las nuevas tecnologías han ayudado a su propagación como nunca se había visto. Si la desinformación es perjudicial per se, los bulos en salud son si cabe más peligrosos por el potencial daño promoviendo falsas terapias o la pérdida de oportunidad terapéutica. ...
Los bulos no son un invento moderno, pero las nuevas tecnologías han ayudado a su propagación como nunca se había visto. Si la desinformación es perjudicial per se, los bulos en salud son si cabe más peligrosos por el potencial daño promoviendo falsas terapias o la pérdida de oportunidad terapéutica. Un año más, #SaludsinBulos ha organizado su congreso anual para dar voz a los expertos y facilitar un foro donde proponer soluciones para atajar esta problemática cada vez más creciente.
Y es que las falsas noticias en salud no solo hacen daño porque puedan promover falsos remedios, sino también porque dañan la confianza de los pacientes y esto tiene importantes repercusiones. "Trabajar para lograr mejorar la comunicación y facilitar la comprensión de la población es muy importante, sobre todo en situaciones como la que hemos vivido de la pandemia de la COVID-19. Ayudar a la población a que la entienda nos puede facilitar salir de esta situación", explicó Pilar Aparicio, Directora General de Salud Pública, Calidad e Innovación de Ministerios de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, quien fue la encargada de la conferencia inaugural del congreso.
En la lucha contra estos bulos, Aparicio señaló que era de crucial trascendencia la cooperación y colaboración de todos los actores así como la importancia de incidir en medidas concretas como la campaña para la vacunación contra la gripe, puesta en marcha recientemente. "Hemos de incidir en el mensaje de que las vacunas son seguras y eficaces, y una herramienta importante para reducir el número de enfermos y hospitalizaciones así como el de fallecidos". En este esfuerzo por mejorar las tasas de vacunación, Pilar Aparicio consideró fundamental trabajar en la eliminación de los bulos que hay sobre ellas y que tienen efectos dañinos muy importantes.
Las consecuencias de la desinformación
Una mala información bien preparada puede lograr mucho más impacto que una buena información. La desinformación tiene importantes consecuencias en salud, pero ¿hasta que punto supone un problema de salud pública? "Suponen un riesgo importante porque generan desconfianza entre la población y hace que no se tomen muchas veces medidas adecuadas, perdiendo oportunidades terapéuticas y generando movimientos antisolidarios como pueden ser los antivacunas", empezó explicando María Rosa Arroyo, vicesecretaria del Consejo General de Colegios Oficiales Médicos.
Sobre esta pérdida de oportunidad terapéutica y abandono de los tratamientos también incidió María Gálvez, directora general de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, quien señaló que además muchas veces los bulos también podían promover tratamientos no inocuos. "Pueden ser un peligro mortal, porque los pacientes por desconocimiento pueden acercarse a estas pseudoterapias peligrosas. Trabajar para favorecer una buena relación entre médico y paciente debe ayudarnos a combatirlos".
De igual manera se expresó Ana López-Casero, tesorera del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. "Los bulos son un auténtico peligro de salud pública y todos deberíamos trabajar conjuntamente para combatirlos. La información rigurosa se convierte en una herramienta terapéutica importante y hemos de ser capaces que el paciente entienda su enfermedad y sepa manejarla".
Para conseguir esta colaboración y esta educación de la ciudadanía existen cada vez más herramientas y así lo expresó Diego Ayuso, secretario general del Consejo General de Colegios Oficiales de Enfermería. "Durante la pandemia de la COVID-19 nosotros hemos elaborado infografías muy sencillas pero con gran repercusión, sobre como usar las mascarillas, como hacer un buen aislamiento domiciliario o una adecuada higiene de manos". Ayuso explicó también como el uso de vídeos cortos y sencillos para dar información basada en la evidencia científico tuvieron un impacto positivo. "Al final se trata de ofrecer información fiable con fuentes verídicas que puedan usar los ciudadanos".
"No se puede evitar que el paciente busque información en internet. Lo que hay que hacer es dirigir esta búsqueda y en esto deben jugar un papel importante los profesionales sanitarios", explicaba María Gálvez, incidiendo en cómo la desinformación acaba generando confusión y desconfianza y es más fácil acabar cayendo en búsquedas sin evidencias. Silvia Carrascal, presidenta del Observatorio Europeo de análisis y prevención de la Desinformación (ObEDes) incidió también en la importancia de la formación y en incrementar la confianza en los expertos. "Las redes sociales deben ser usadas también para contrarrestar los bulos y para eso es fundamental un trabajo alineado de universidades, centros educativos y empresas. Al final hemos de ser capaces de transmitir la idea de la importancia de ser críticos con la información antes de compartirla".
¿Ayudas de las nuevas tecnologías?
En los últimos años se ha desarrollado de forma exponencial la aplicación de Inteligencia Artificial y machine learning en muchos ámbitos, ayudando y mejorando el trabajo realizado por los profesionales. Pero estas potentes herramientas también pueden ser empleadas de forma negativa. El uso de bots o programas que ayudan en la redacción de noticias de forma que logren un mayor impacto están a la orden del día en la difusión de los bulos ¿Podrían igualmente estas herramientas ayudar a combatirlos?
"Es cierto que las herramientas son útiles, pero quiero ser realista e incidir en la importancia del contexto de la información. Ahora mismo si te quedas solo con la forma, no sería posible profundizar en esta lucha contra los bulos", explicó José Emilio Labra, profesor titular del departamento de informática de la Universidad de Oviedo e investigador principal del grupo WESO, que trabajan para emplear los wikidata, que sustentan la información de la Wikipedia, como una herramienta para detectar los bulos.
María José Rementería, investigadora del departamento Life Sciences, del Super Computing Center, apuntó también como en la actualidad el trabajo de identificación de bulos sigue siendo muy manual. "La inteligencia artificial puede ayudar proveyendo de herramientas que nos ayuden a automatizar estos procesos, a través del análisis del texto, de la búsqueda y comparación y de resúmenes automáticos de las noticias. Son instrumentos sobre los que apoyarse para identificar estos bulos".
Así mismo, todas estas herramientas digitales también tienen una gran importancia a la hora de desarrollar mapas que permitan entender el origen y la distribución de los bulos, como apuntó Estela Saquete, profesora titular de Ingeniería Informática en la Universidad de Alicante. "Aunque al final siempre nos hará falta una información de contexto, porque solo con las técnicas de modelado del texto llegaremos a un tope que no seremos capaces de superar".
Otro obstáculo para el desarrollo de estas herramientas se encuentra en los propios algoritmos que utilizan las redes sociales abiertas. "No conocemos cuál es el algoritmo detrás de YouTube. Ahora lo han cambiado para intentar combatir la propagación de estos bulos, pero seguimos sin saber como funcionan y para desarrollar nuestras herramientas trabajamos a ciegas", apuntó Julián Sánchez, especialista en informática en la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires (Argentina).
La importancia de la lectura crítica
En vista de que las herramientas tecnológicas todavía están lejos de solucionar el problema, lo que parece evidente es que la educación es en la actualidad la mejor herramienta para poder combatir todos los bulos en salud. "Pero esta educación tiene que empezar en las propias facultades de Magisterio. Hemos de hacer un esfuerzo por educar a los educadores", explicó José Miguel Mulet, investigador y divulgador científico que comentó como en su labor de divulgación en centros educativos se encontró muchas veces que eran los propios profesores los que debatían más fuerte. "En los libros de texto me he encontrado muchas veces con bulos".
Ricardo Reolid, médico de familia e impulsor del proyecto Pacientes 3.0, coincidía en parte con las ideas expresadas por Mulet. "No se está haciendo una formación adecuada en la Universidad para profesionales de la salud, para que estos puedan ayudar y guiar a sus pacientes hacia lugares en los que encontrar información fiable sobre salud". David Callejo, médico anestesista y divulgador científico apuntó también en esta dirección. "Nos hace falta formación y nos hace falta cultura crítica. Hay que entender que la tontería más grande puede convertirse en un bulo en minutos. La lectura crítica es fundamental".
José Miguel Mulet consideró importante también esta formación en la lectura crítica, atendiendo sobre todo a la constante aparición de nuevos bulos. "Se trata de un campo muy cambiante y de poco serviría enseñar hoy cuales son las pseudoterapias que hay cuando mañana habrá nuevas. Lo que hay que hacer es enseñar a filtrar la información. En las redes no todo es fiable, esto es lo que hay que enseñar".
Para esta importante labor de formación también es importante una vez más el trabajo cooperativo, como no dudó en resaltar Alfredo Corell, inmunólogo y catedrático en la Universidad de Valladolid. "Muchas veces intentamos hacer la guerra por nuestra cuenta y no hay sinergias. La colaboración entre el profesional sanitario y los pacientes es el camino que tenemos que seguir explorando para combatir mejor a los bulos en salud". Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, también insistía en esta colaboración. "Hay que tener en cuenta a los pacientes para saber cuáles son sus opiniones. Todos podemos acabar picando en algún bulo. La alfabetización digital es fundamental para conseguir que esto no suceda tanto".